Conforme los jóvenes profesionales de la Generación Z (nacidos entre 1995 y 2010) comienzan a incorporarse al mercado laboral, se aprecian como sus hábitos y competencias adquiridas durante la etapa formativa se aplican a las funciones que desarrollan en las empresas. El trabajo en equipo, pese haber sido inculcado en el entorno educativo, es una soft skill por mejorar, ya que el 37% de los profesionales de este rango de edad prefiere trabajar en solitario.
Esta conclusión puede extraerse de la última encuesta formulada por Walters People. Además, el 49% de los encuestados asegura que trabaja mejor en solitario, pese a que el trabajo con personas de hasta cinco generaciones diferentes reporte mejores resultados en términos de productividad y rentabilidad económica.
En el caso de los puestos de responsabilidad, el 62% de los profesionales considera que la incorporación de la Generación Z al mercado laboral ha reducido el trabajo colaborativo. Por consiguiente, se reducen las competencias interpersonales entre los trabajadores en cuestiones como: habilidad de comunicación (41%), capacidad de trabajo en equipo (33%) o el pensamiento crítico (21%).
De este modo, al construirse equipos de trabajo híbridos, en el que varias generaciones se dan la mano en torno a un mismo objetivo, el trabajo colaborativo podría generar una mayor productividad y éxito empresarial. La formación y la experiencia de los diferentes perfiles se aunarían en torno a la imagen de marca y a los objetivos comunes.
La tecnología como hándicap
Pese a que las nuevas generaciones son las mejores preparadas tecnológicamente hablando, se puede afirmar que uno de cada tres responsables no puede aprovechar sus habilidades tech debido a la falta de soft skills o competencias interpersonales que existen en las propias empresas. De nada sirve que la Generación Z sea la más preparada para comunicarse mediante herramientas de mensajería instantánea, videoconferencias o plataformas de colaboración, si luego no existen relaciones interpersonales.
No hay mejor método para erradicar el aislamiento social y el miedo a las interacciones interpersonales en el ámbito laboral que apostar por el trabajo presencial. Hay que tener en cuenta que gran parte de la Generación Z se ha incorporado al mundo laboral durante la pandemia o en fechas justo posteriores a ésta, por lo que identifican el teletrabajo como el método ideal. Si se pasa más tiempo en las oficinas se mejorarán las habilidades de comunicación entre los empleados.
Es importante que las empresas destinen esfuerzos y tiempo al desarrollo de habilidades como la capacidad de liderazgo o la resolución de problemas entre sus empleados. De este modo, tanto la Generación Z como los séniors podrán aprender a gestionar equipos de trabajos con nativos digitales.
En base a esto, la figura de los mentores para orientar y compartir sus conocimientos, experiencias y consejos sobre el desarrollo de habilidades interpersonales resulta fundamental. La puesta en práctica de actividades que fomenten el intercambio de ideas desde diferentes perspectivas enriquecerá personal y profesionalmente a los empleados y aportará un plus de valor a la imagen de marca.
Cada empresa debe contar con un responsable capacitado para comprender las necesidades y fortalezas de las diferentes generaciones que se integran en una misma entidad. Deben ser personas con un perfil analítico, estratégico y enriquecedor.
El valor de la convergencia generacional
Según la ‘Encuesta Merck: Jóvenes, séniors y un futuro que escribir juntos’, cuatro de cada cinco personas, valora muy positivamente construir equipos de trabajo intergeneracionales. En aquellas empresas en la que convergen diferentes edades se valoran la ventaja competitiva en la toma de decisiones, la capacidad para retener talento y el excelente clima laboral.
Actualmente, solo al 10% de los jóvenes le gusta trabajar con personas de más de 46 años y al 1% con compañeros de más de 55 años. Del mismo modo, los séniors muestran menos interés de compartir entorno laboral con menores de 31 años, optando solo el 7% por trabajar con jóvenes de 20 a 30 años.
En cuanto a la adaptación al terreno laboral, los jóvenes muestran una mayor predisposición a moverse de ciudad, el 52% frente al 33% de los séniors, a lo que se le suma que dos de cada tres jóvenes reconocen que cambiarían de empleo actualmente, mientras que entre los perfiles séniors se reduce el porcentaje a uno de cada tres.