La tecnología está siendo una gran aliada para luchar contra el COVID-19 y muestra de ello son las aplicaciones de rastreo del virus que se están desarrollando en multitud de países o el uso de la analítica de datos para conocer el avance de la enfermedad.
En España, la app oficial de rastreo ha pasado por un intenso proceso de desarrollo que comenzó con la liberación de la API en mayo y dio un paso decisivo en una prueba puesta en marcha el 29 de junio y 31 de julio en la isla de la Gomera con 3.000 usuarios.
Tras el éxito de esta prueba, que no generó falsos positivos y ha sido valorada de forma satisfactoria por los participantes, la app estará disponible el próximo 10 de agosto en varias comunidades autónomas más para, finalmente, extenderse a todo el territorio nacional en septiembre.
Esta app, impulsada por el Gobierno, se llama Radar Covid y será la única app oficial. Según indican desde Entelgy Innotec Security, su funcionamiento es sencillo y seguro, ya que utiliza la tecnología Bluetooth en lugar de la geolocalización GPS para avisar de posibles contagios. De este modo, si un usuario da positivo y lo notifica en la app, emite un aviso a aquellos que hayan estado a menos de dos metros de distancia del contagiado durante al menos 15 minutos.
La aplicación será de carácter voluntario, tanto su descarga e instalación como el hecho de introducir el dato de que se ha dado positivo en un PCR. Además, la identidad del usuario nunca se conocerá, porque los dispositivos únicamente comparten códigos aleatorios y temporales entre sí vía Bluetooth y los ficheros se guardan en el móvil un máximo de 14 días. Además, el aviso también será anónimo puesto que no se indica fecha ni lugar del posible contagio.
Cuidado con las apps no oficiales
La pandemia y los diversos casos en todo el mundo de tecnologías para controlar su avance han hecho que las apps de control se hayan convertido en un foco de amenazas. Ya durante los meses de confinamiento, el Centro Criptológico Nacional alertaba de un repunte importante de los ciberataques que empleaban temáticas relacionadas con el COVID-19. Era el caso de NetWalker, que simulaba aportar información sobre el estado actual a través de correos electrónicos; Guloader, que usaba de gancho una falsa vacuna; y AZORult, un malware distribuido a través de una app que fingía ser un mapa del coronavirus para conocer su evolución.
Actualmente, han proliferado las aplicaciones disfrazadas de herramienta oficial para el rastreo de coronavirus en las que, en realidad, se distribuye un ransomware que secuestra los datos personales para pedir un pago posterior por recuperarlos, como ha ocurrido recientemente con el virus CryCyptor, camuflado en una app llamada COVID Alert.
Afortunadamente, los responsables de las tiendas de aplicaciones móviles están controlando el software que se publica en relación al COVID-19 para retirar aquellas que intentan estafar o robar datos personales a los usuarios.