Cuando oyes historias como la de Pedro, responsable de la pyme murciana Flores Marín, una no puede evitar sentir más frustración e impotencia (si cabe), con todo lo que está pasando. Y se me viene a la cabeza una y otra vez qué puedo hacer por ayudar, sobre todo teniendo solo un ordenador en las manos y la prohibición expresa de no pisar la calle. Lo peor de todo es que la historia de Pedro es una más con la que, durante un tiempo, nos vamos a conmover dentro de nuestros propios dramas.
Y no puedo hacer menos que aprovechar esta revista para contar su situación y lanzar a las redes sus peticiones. Porque no todo en España es turismo, alimentación y estancos. Porque en este país hay muchos sectores desconocidos que también forman parte de nuestro día a día y que ahora se ven incomprendidos y desamparados, que están atados de pies y manos y que también merecen soluciones.
Hace unos 40 años, los padres de Pedro abrieron en Alhama de Murcia un pequeño negocio para la plantación de flor cortada, una empresa familiar que, hasta hoy, se han encargado de mantener sus tres hijos. Actualmente, cuentan con más de 55.000 m2 de invernaderos equipados con las más modernas tecnologías y tienen contratadas a 27 personas.
El drama de Pedro y su empresa es que, después de varios meses cultivando las flores en invernadero usando, entre otras cosas, calefacción más todos los cuidados extra que necesitan las plantas, esperaban recuperar la inversión precisamente ahora, que empezaban diferentes fiestas por toda España: Las Fallas, La Semana Santa, etc…«La semana pasada comenzaron a cancelar todos pedidos que ya estaban preparados». «Esto es la ruina, el 40% de la facturación de todo el año se concentra en estas fechas».
Las flores son un producto muy delicado que necesita de mucho tiempo para que esté a punto y ahora, la empresa está tirando toda su producción. «Incluso para tirarlas, necesitamos dinero«, se lamenta Pedro.
Al parón total de las ventas se suma otro inconveniente y es que no pueden dejar de sembrar, porque eso supondría cerrar definitivamente el negocio. «Tenemos que seguir plantando todas las semanas para poder vender algo dentro de unos meses». Sin embargo, todo el tiempo empeñado durante el invierno: los gastos de cultivo, nóminas, seguros, etc… ha sido dinero tirado y que no van a recuperar.
«Tengo dos hijas pequeñas»
Pedro nos contaba por teléfono que del negocio familiar comen mucha gente. Él mismo tiene dos hijas pequeñas, una no llega a los dos años y la otra, solo tiene meses, su mujer tampoco está trabajando ahora mismo debido al cierre de negocios por la pandemia del coronavirus. Sus dos hermanos también tienen hijos, por no hablar de todos sus empleados, considerados como de la familia. Con ellos ya ha hablado de la posibilidad de hacer un ERTE, aprovechando que el Gobierno los ha flexibilizado, todos han entendido la situación.
Sin embargo, la situación laboral de Pedro y sus hermanos se queda en el limbo, ya que están dados de alta como autónomos y van a tener que seguir pagando la cuota. El Gobierno del PSOE y Podemos, desoyendo las peticiones de ATA, ha dado una solución a medias para este colectivo: solo podrán dejar de pagar la cuota aquellos autónomos que declaren cese de actividad. Es decir, cerrar el negocio, algo que no soluciona en nada situaciones como la de Pedro: ni quiere cerrar para siempre el negocio que le dejaron sus padres, ni eso le va a hacer recuperar toda la inversión perdida o pagar los gastos que se avecinan.
«Las plantas tienen que seguir creciendo. No puedo darme de baja». «Lo he perdido todo. ¿De dónde voy a sacar yo ahora para pagar la Seguridad Social?», indica.
Los clientes de Flores Marín no son solo las administraciones que celebran fiestas locales o regionales, sino también las floristerías y otras tiendas, que están todas cerradas. La fragilidad de este producto hace que la logística no sea fácil, por lo que la solución es vender al por mayor, de esta manera el embalaje es grande y la planta sufre menos. Vender a particulares a través de Internet es complicado por esto mismo, la planta llegaría a destino destrozada.
Competencia extranjera
«Soy consciente de que no hay que salir de casa, entiendo las medidas de aislamiento decretadas y las comparto. No quiero contribuir a que un transportista se la juegue por enviar una planta, pero también necesito que me entiendan a mí«. El empresario nos cuenta que el negocio de la flor cortada es complicado, no solo por los altos costes y la baja rentabilidad, sino también por la fuerte competencia que tienen de empresas extranjeras.
Durante la crisis económica de 2008, esta pyme murciana sufrió como otras tantas: tuvieron que adaptarse al mercado, equilibrar la oferta y la demanda para tener los mínimos costes posibles. Pero ahora es diferente, porque el parón es total.
Pedro pide que, cuando todo esto acabe, el Gobierno tome medidas para hacer al sector más competitivo, por ejemplo, bajando el IVA del 10% actual al 4%. También reclama que el sector tenga un reconocimiento institucional que les permita cobrar los seguros y, por supuesto, que el Gobierno suspenda, de forma general, la cuota para todos los autónomos. «Todas las empresas dedicadas a la flor cortada que hay en España son familiares. No sabemos lo que va a pasar, el sector es una ruina».
Lo cierto es que nadie sabe lo que va a pasar, es más, todavía hay quien no es consciente de que todo esto sea de verdad, que el día que podamos salir a la calle tengamos que reconstruir el país, y no sabemos con qué herramientas. Seguramente pocas o ninguna.