Este debería ser el primero de los diez mandamientos que deben regir las políticas empresariales si tenemos en cuenta que seis de cada diez trabajadores considera que el trabajo afecta seriamente a su salud (encuesta realizada por Randstad). Para evitar esta percepción de que tienen los españoles, las compañías deberían llevar a cabo una serie de iniciativas y estrategias que favorecerán la felicidad y satisfacción de las personas para con sus empresas, lo que incrementará de forma indirecta la rentabilidad y productividad de la empresa.
Para que todo funcione correctamente hay que partir de una buena comunicación bidireccional y que tienda a la horizontalidad, no a las estructuras verticales, férreas, en las que la subordinación es muy acusada. Hay que hacer un seguimiento de la evolución de los profesionales y de las relaciones entre ellos mismos y con sus jefes.
Este primer punto va ligado a la definición clara y precisa de los roles de cada miembro de la organización, para evitar la sobrecarga de trabajo e identificar qué tareas y proyectos son responsabilidad de cada persona. Sin embargo, esto no debe afectar a la necesaria política de conciliación de la vida laboral y personal de los trabajadores.
La conciliación es un valor al alza entre los profesionales y resulta imprescindible para que el empleado pueda ofrecer lo máximo en los dos ámbitos, el profesional y el privado. Los planes de ayuda para favorecer la conciliación de los empleados pueden ser una opción muy valorada por la plantilla.
Finalmente, realizar un seguimiento personalizado de cada uno de los miembros del equipo. Hay que interesarse por ellos, escuchar a los trabajadores y, en la medida de lo posible, solucionar sus problemas y satisfacer las necesidades que manifiesten. Déjales hablar… pero escúchalos y, en caso de no poder darles respuestas positivas, siempre dar los motivos para ello.
Pero no todo está en manos de los directivos y dueños de las empresas. Las personas también deben poner de su parte para que el trabajo no les afecte a su estado de salud. Para ello, tomamos unos consejos de Randstad, especialista en soluciones de recursos humanos, que recomienda seis pautas para que la oficina no nos quite el sueño
1. Marcarse objetivos realistas en el trabajo.
En muchos casos las reducciones de personal han ido unidas a un aumento en las tareas o en la carga de trabajo de los profesionales que han mantenido su empleo. En primer lugar, tanto la empresa como el trabajador deben buscar objetivos realistas en el trabajo, que no desmotiven al empleado al considerarse desde un principio inalcanzables.
2. Priorizar las tareas.
Antes de ponerse a trabajar es preciso identificar aquellas tareas más urgentes o importantes en el día a día y evaluar las acciones que se deben realizar de manera inmediata, las que se pueden delegar o aquellas que son óptimas para ofrecer un valor añadido. Comenzar por las tareas prioritarias ayuda al profesional a ir eliminando acciones pendientes y progresar más rápidamente en la finalización de sus trabajos.
3. Pedir apoyo a compañeros y superiores.
Saber delegar o pedir ayuda en momentos de estrés no significa que el trabajador sea un mal profesional, sino que está desbordado por la cantidad de trabajo. El trabajo en equipo y la cooperación son dos factores que se deben fomentar y propiciar desde la organización y que siempre repercutirán en una mejora del funcionamiento interno.
4. Mantener una comunicación fluida con los superiores.
En muchos casos los trabajadores no ponen en conocimiento de sus jefes su ritmo o volumen de trabajo, por lo que para el directivo resulta imposible predecir o identificar un problema. Mantener una comunicación directa con el superior ayudará a mejorar tanto la situación personal de los trabajadores como su posible repercusión en el empleo.
5. Mantener una alimentación correcta.
En otro orden de acciones, el empleado debe cuidar su alimentación, ya que ésta también puede afectar a su salud.
6. Hacer ejercicio.
La práctica habitual de ejercicio ayuda a eliminar o reducir los niveles de estrés y es positiva para estimular la producción de endorfinas, que aumentan la sensación de bienestar y reducen el dolor.