Hace unos días, un joven nepalí era arrollado por un camión de la basura en Barcelona mientras iba en bicicleta, sin que hayan transcendido aún los detalles del accidente. Se da la circunstancias de que el joven, que resultó muerto, llevaba a la espalda un bolso de reparto de la startup catalana, Glovo; sin embargo, la empresa ha indicado que no estaba dado de alta en la plataforma como deben hacer todos aquellos que quieran trabajar para ellos, eso sí, en condición de autónomos.
Según Glovo, el joven, que llevaba unos pocos meses en España, podría haber estado usando la cuenta de otro «rider», una práctica ilegal pero, por lo visto, bastante frecuente. En cualquier caso, la compañía ya ha anunciado que «asumirá todos los gastos que hubiera cubierto el seguro privado con el que cuentan los repartidores de la plataforma».
No obstante, el accidente ha servido para hacer estallar una bomba de relojería que llevaba mucho tiempo calentándose. Por una parte, los trabajadores han aprovechado para atacar a la empresa, acusándoles de ejercer mucha presión para cumplir los tiempos, contratarlos como falsos autónomos y pagarles mal. Azuzados por los diferentes sindicatos, se quiere relacionar esta presión por cumplir objetivos con el accidente fatal del joven nepalí y que se considere a este como un accidente laboral.
Por su parte, la empresa ha asegurado que «la seguridad de los repartidores de la plataforma siempre ha sido una prioridad. Por ello, en todas las sesiones de información que los repartidores realizan antes de poder inscribirse, cuentan con un apartado que cubre la normativa de seguridad vial, también incluida en el contrato que les vincula como repartidores. Asimismo, desde hace más de un año y medio, Glovo tiene contratado un seguro privado que cubre a todos los repartidores durante su actividad».
De hecho, las declaraciones continúan: «La empresa incluye continuamente mejoras en la plataforma para mejorar la experiencia del usuario. Entre estas mejoras se cuentan avances para evitar que terceras personas utilicen las cuentas de un repartidor. Aun así, somos conscientes de que las medidas actuales son insuficientes y trabajamos a diario para lograr detectar de manera más eficiente la cesión de cuentas a terceras personas».
Las acusaciones de los sindicatos
Como no podía ser de otro modo, los sindicatos no han tardado en hacer públicos ciertas reivindicaciones, con más o menos, sentido. Por una parte, la La Confederación General del Trabajo (CGT) considera a la persona atropellada como «empleada de Glovo«. De alguna manera, el joven se convertiría automáticamente en un trabajador o colaborador (como llaman en Glovo a sus riders) de pleno derecho por estar realizando un servicio.
Su comunicado está lleno de dardos léxicos, calificando el accidente como un «crimen contra personas muy vulnerables económica y socialmente» y, reiterando que se trata de una muerte «en el lugar de trabajo», considera que son «consecuencia directa de la precariedad y la explotación a la que las políticas económicas neoliberales de los gobiernos de todo el mundo, y en concreto de los del Estado español, condenan a millones de personas de clase trabajadora. En este sentido, CGT ha recordado que Glovo tiene algunas condenas por tener empleadas a personas en régimen de ‘falsos autónomos’, un fraude tanto para los trabajadores como para la Seguridad Social».
El comunicado finaliza con lo siguiente: «CGT reprocha a Glovo su cinismo e hipocreísa en su comunicado tras el fallecimiento del joven repartido y anuncia que exigirá a Inspección de Trabajo una investigación sobre lo ocurrido. Igualmente, CGT exige la derogación de las dos reformas laborales del PP y del PSOE por entender que otorgan todas las facilidades a las empresas para mantener en estas circunstancias a tantas personas, e insta a la sociedad a no mirar hacia otro lado ante posibles casos de abusos laborales o situaciones en las que las personas arriesguen su vida en el trabajo».
Por su parte, UGT también ha salido en defensa del joven nepalí y denuncia que «la empresa Glovo infringe las normas de prevención de riesgos laborales y estando legalmente obligados, no facilitando los medios necesarios para que los trabajadores desempeñen su actividad con las medidas de seguridad e higiene adecuadas, de forma que se ponen así en peligro grave su vida, salud o integridad física».
Impacto de Glovo en la economía
Hace poco más de un mes, la startup comunicaba que, el año pasado, generó más de 33 millones de euros de ingresos a las pequeñas y medianas empresas españolas asociadas, gracias a los pedidos de los clientes de la plataforma. En concreto, la facturación ascendió a 33.297.855 euros en 2018, una cifra que triplica los datos de 2017 (10,8 millones) y multiplica por 35 los de 2016, cuando se registró algo menos de un millón de euros.
Además del crecimiento en términos absolutos, motivado por el incremento de volumen de negocio de la compañía, las pymes asociadas a Glovo también han mejorado los ingresos relativos a cada una de ellas en este periodo. En este sentido, las compañías asociadas a Glovo han multiplicado por más de seis los ingresos medios que obtienen a través de la plataforma en los últimos dos años. Cada una de ellas obtuvo, de media, 11.965 €, casi 1.000 € mensuales. En 2016, obtuvieron 150 € al mes, según los datos oficiales.
La startup española cerró 2018 con 2.783 partners pymes, 2.265 más que en 2016. De este modo, las entregas realizadas por cada establecimiento asociado han experimentado en consecuencia un notable aumento durante este periodo. Si en 2016, la media fue de 114, el pasado año los partners contabilizaron 870 pedidos.
Foto: El Confidencial