A casi nadie se le escapa que tarde o temprano, los robots compartirán con nosotros todo tipo de tareas. En realidad hace tiempo que llevan haciéndolo y la industria automovilística o la manufacturera llevan conviviendo con ellos desde hace más de 30 años.
Sin embargo ahora que están a punto de «salir a la calle» (en Japón ya ocupan un papel destacado en el sector turístico y en Dubai ejercen de policía en algunos escenarios) parece legítimo preguntarse de qué forma deberían relacionarse con los seres humanos y hasta dónde puede llegar nuestra «interacción» con ellos.
Uno de los primeros en preguntárselo fue Isaac Asimov que ya en 1942, en su libró «Círculo vicioso» formulaba sus famosas tres leyes de la robótica, a saber:
- Un robot no hará daño a un ser humano.
- Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª ley.
- Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la 1ª o la 2ª ley.
75 años más tarde, es el Parlamento Europeo el que toma el testigo del escritor ruso y publica hace unos días «European civil laws rules in robotics», un documento que a falta de recibir el visto bueno de la Comisión Europea, servirá como base sobre la que se inspirarán todas las leyes que regulen nuestra relación con los robots en el futuro.
Seis leyes que regularán nuestra convivencia con los robots
Si Isaac Asimov afirmaba que tres eran las leyes con las que podía regularse casi cualquier aspecto de nuestra relación con los androides, los expertos de la UE consideran que esta materia es algo más compleja. Seis son las leyes que deberán respetar tanto los fabricantes como el resto de ciudadanos en su relación con estos dispositivos.
Los robots deberán tener un interruptor de emergencia
Un robot descontrolado, guiado por su inteligencia artificial y completamente a su libre albedrío puede generar inquietud cuando no miedo. Para evitar situaciones de peligro o cualquier otra en la que le robot no se comporte como debiera, deberán contar con un interruptor de emergencia que permita apagarlos tanto in situ como de forma remota.
Los robots no podrán hacer daño a los seres humanos
Inspirada en Isaac Asimov, esta ley establece que los futuros robots tendrán que estar siempre al servicio de los intereses y el bienestar de los seres humanos y nunca podrán construirse o programarse robots que puedan dañarlos.
No podrán generarse relaciones emocionales con robots
Películas como «Yo, robot», «El hombre bicentenario» o «Her» exploran las posibles consecuencias que tendría la relación entre seres humanos e inteligencias artificiales. Según la nueva normativa de la UE esto no será posible. Una inteligencia artificial no es capaz de generar emociones auténticas y por lo tanto toda relación con un ser humano en este sentido es necesariamente falsa.
Seguro obligatorio para los robots más grandes
No todos los robots serán iguales. Los más grandes y complejos, capaces de causar un impacto mayor sobre el entorno en el que se mueven, deberán de tener un seguro obligatorio que cubra los posibles daños que estos puedan causar.
Personas electrónicas
Los robots tendrán sus propios derechos y deberes. Evidentemente no serán los mismos que los de los ciudadanos y aún se está discutiendo cuáles serán. Lo que parece que sí se ha acordado es que ante las distintas administraciones, los robots y máquinas de inteligencia artificial recibirán la denominación de «personas electrónicas».
Tendrán que pagar impuestos
En muchos casos los robots sustituirán a personas a la hora de desarrollar un trabajo. Para compensar esta pérdida de empleo, las empresas que apuesten por los robots como fuerza laboral deberán pagar los impuestos que genere cada unidad, de forma similar a como lo hacen ahora con las personas.
El dinero recaudado a través de está vía impositiva, será utilizado para el desarrollo de programas de reinserción y reciclaje profesional, de modo que el impacto de esta revolución sea menor en términos de destrucción de puestos de trabajo.