En el pasado en MuyPymes hemos hablado sobre qué es la procrastinación, por qué os hacer ser menos productivos y qué podemos hacer paa combatirla. Sin embargo, no nos hemos ocupado tanto por el quid de la cuestión: por qué procastinamos. O dicho de otra forma, ¿Qué es lo que lleva a nuestro cerebro a procrastinar?
¿Cuál es el motivo a que decida interrumpir de momento lo que está haciendo para hacer algo en teoría mucho más «placentero»? En definitiva, ¿Existe una explicación científica para este comportamiento?
Es lo que los profesores de la Universidad de Harvard, Todd Rogers y Max Bazerman llevan estudiando desde 2006. De todos los experimentos que han llevado a cabo desde entonces, llama la atención uno en el que preguntaba a los participantes si estarían interesados en formalizar un plan financiero que de forma automática almacenase un 2% de su salario en una cuenta de ahorro.
Casi todos los participantes consideraron que era una gran idea, pero cuando se bajó al terreno práctico, su comportamiento les delató.
- A uno de los grupos que participaban se les dijo que ya que estaban dispuestos a hacerlo, deberían hacerlo en ese mismo momento, en una semana de tiempo como máximo. En este escenario, únicamente un 30% se mostraron dispuestos a hacerlo.
- Al otro grupo se les dijo en cambio,que tenían todo un año para pensarlo bien y darse de alta en el plan de ahorro. En este escenario, el 77% de los participantes se mostraron de acuerdo.
¿Por qué esta diferencia? La respuesta a esta pregunta explica por qué procrastinamos.
Tu «Yo» presente VS. tu «Yo» futuro
La explicación que los dos investigadores dieron a este comportamiento es que los seres humanos tendemos a preocuparnos mucho por nuestra situación actual, nuestro presente, pero en cambio no prestamos toda la atención que debiéramos a nuestro «yo futuro». Nos gusta disfrutar de los beneficios inmediatos de una acción, a pesar de que esa misma acción pueda tener un coste a largo plazo. ¿Algunos ejemplos?
- Acudimos a un restaurante de comida rápida, porque el placer que nos proporciona una hamburguesa es superior al coste de saltarnos algunos días de gimnasio. En realidad no lo vamos a notar a menos que no faltemos durante meses ¿O no?
- El placer de gastar dinero de forma inmediata (un nuevo iPhone, coche, ropa, etc.) es en nuestra mente superior a lo que podríamos obtener si ahorramos ese dinero para cuando lo podamos necesitar.
- A nivel colectivo, los beneficios que nos proporciona a corto plazo abusar del planeta (más electricidad, más petróleo, más gases contaminantes), desgraciadamente ganan la partida a algo que muchos siguen viendo muy lejano, como es el cambio climático.
Cuando en cambio consideramos estos problemas con una perspectiva de medio-largo plazo, todos parecemos llegar a conclusiones razonables: es mejor hacer ejercicio que comer donuts, mejor ahorrar que gastar en cosas que realmente no necesitamos y desde luego, deberíamos preocuparnos más por las consecuencias nefastas que ya tiene el cambio climático.
Pero a la hora de tomar decisiones aquí y ahora, automáticamente damos menos valor al largo plazo y priorizamos los beneficios improductivos del corto plazo.
Los economistas definen este fenómeno como «inconsistencia temporal» y se encuentra en la base de nuestra procrastinación. Sabemos que deberíamos hacer cosas que a medio-largo plazo van a dar buenos resultados pero preferimos el caramelo del aquí y ahora.