Yoga es una palabra que la mayoría de personas asocian a realizar complicadas posturas en una esterilla, a olor de incienso, cantos tibetanos, comida vegetariana y té. Pocos dirían (sobre todo los que nunca lo han practicado) que la práctica del yoga puede en realidad convertirnos en personas mucho más productivas, centrarnos en nuestro trabajo y que nos va a ayudar a desarrollar nuestra carrera profesional.
Como ya han descubierto cada vez más ejecutivos de alto nivel, el yoga es una disciplina que supone encontrar un espacio de tranquilidad en un rtimo frenético 24/7, ayudándoles a ser mucho más centrados en su trabajo y vida personal, más resilientes (es decir, saber superar las dificultades incorporando el aprendizaje a sus vidas) y positivos. ¿Por qué y cómo lo consigue?
Atención y concentración
La esencia del yoga es prestar atención a nuestra respiración. A ser conscientes de que respiramos y cómo lo hacemos. En este sentido, esta disciplina nos ayuda a enfocarnos en el aquí y el ahora, a prestar atención a lo que estamos haciendo en cada momento, a concentrarnos en la tarea que tenemos entre manos.
Normalmente las personas que sufren estrés y en general la mayoría de nosotros, pasan su día pensando en lo que han hecho o lo que tienen que hacer en el futuro, pero prestan poca atención a lo que tienen que hacer en el presente, cada momento. El yoga nos ayuda en el espacio de trabajo, a no perder la concentración, a no distraernos con nuestro correo electrónico, redes sociales, las reuniones y llamadas de teléfono inoportunas.
No quiere decir que no nos vayamos a distraer nunca, pero nos va a ayudar a reconocer estas distracciones cuando se producen, ayudándonos a abandonar «para siempre» ese modo multi-tarea que nos nos ayuda en nada.
El poder de tener nuestro propio «ritual»
El yoga, como muchas tradiciones filosóficas y prácticas orientales (se nos ocurre la ceremonia del té), es una disciplina fuertemente ritualizada. A través de la repetición, del hábito, se alcanza la «perfección». El yoga nos enseña precisamente esto: nos disciplina, nos obliga a seguir rutinas que nos ayudan en nuestra vida. De esta forma establecer un nuevo hábito es mucho más sencillo si hemos adquirido antes esta capacidad para mantenerlo.
¿Cuántas personas cumplimos con nuestros propósitos de fin de año? ¿Cuántos nos apuntamos al gimnasio para después borrarnos a los pocos meses? El construir una práctica en el hábito y el ritual, nos ayuda a cumplir con nuestros propósitos, nuestros objetivos personales y profesionales.
En el espacio de trabajo podemos tener nuestra propia rutina. Una rutina que puede empezar realizando en primer lugar la primera tarea del día, renunciando a comprobar nuestro correo electrónico hasta que la hayamos completado, por poner un ejemplo.
Pasar a la acción desde la reflexión
En nuestro mundo 24/7 donde nos «obligamos» a estar siempre ocupados y en el que tomamos la productividad y el estar siempre ocupados como una medalla, queda poco tiempo para la reflexión. Pasamos casi todo el tiempo «trabajando», «ocupadísimos» pero sin saber realmente qué es lo que queremos conseguir, por qué queremos conseguirlo y cómo vamos a hacerlo.
El yoga, a través de la práctica de la meditación (que no es más que observar el ritmo de nuestra respiración) nos invita a desconectar durante media hora al día. Media hora en el que estamos nosotros solos, únicamente acompañados de nuestra respiración. Nada más y nada menos.
Es en estos momentos de reflexión tranquila, el yoga nos ayuda a ver las cosas con más claridad, a saber qué queremos hacer y la auténtica razón de por qué queremos hacerlo, tanto en nuestra vida personal como en la profesional.
Nos ayuda a distinguir que hay una gran diferencia entre llenar nuestros horario de trabajo con trabajo y emplear ese tiempo en realizar cosas que realmente tienen un significado, tanto para nosotros como para nuestra empresa.
