Emigrar en busca de una oportunidad laboral que en España se les niega. Esta es la realidad que cada vez tienen más asumida los jóvenes de nuestro país, obligados a dejarlo todo y hacer la maleta. Lo prueban datos como que según el INE, la emigración hacia Alemania ha aumentado un 53% en el último año, o que según la misma fuente, desde que comenzara la crisis en el año 2008 han dejado España más de 2 millones de personas de las que más del 10%, unas 225.000, son españoles.
Sin lugar a dudas, además de la sensación de desarraigo, lo que más les cuesta a los españoles que deciden iniciar una carrera laboral en otro país, es el choque cultural que supone no ya adaptarse a unas nuevas costumbres, sino muy especialmente a una nueva forma de trabajar.
Una nueva forma de trabajar que se nota precisamente en países como Alemania, en el que si bien es cierto que sólo son ligeramente más «trabajadores» y productivos que en España, parten de una cultura empresarial totalmente diferente a la nuestra. Algunas cosas que tiene que tener en cuenta el español que decide trabajar en el país germano es que durante sus horas de trabajo desaparece cualquier espacio para actividades personales como llamar por teléfono, concertar una cita con el dentista o comentar el último capítulo de «Walking Dead».
También se produce un cambio sustancial en cuanto a las horas que transcurren en la oficina y en qué se emplean. Lo habitual por ejemplo es que haya únicamente media hora para comer, que las pausas para el café o para fumar sean una auténtica rareza y que incluso algunas empresas regulen los periodos en los que los empleados pueden ir al baño o las veces que pueden ausentarse de su puesto de trabajo. Por supuesto, son tremendamente escrupulosos con los horarios (tanto de entrada como de salida) y a diferencia de España, no resulta concebible que no se paguen las horas extra. Además seguramente a muchos les llame la atención que en algunas empresas el horario laboral se extienda hasta los sábados por la mañana.
No obstante, aunque quizás sin tantas rigideces, casi todas estas costumbres son aplicables a la inmensa mayoría de los países del área de influencia anglosajona (Países Bajos, Austria, Suiza, Reino Unido, etc.) y muestran muchos puntos en común con lo que podemos encontrar en los países nórdicos.
El mito de Noruega
No hace demasiado tiempo que «El País» publicaba un amplio reportaje en el que se hacía eco de las condiciones precarias en las que subsistían algunos españoles que habían emigrado a Noruega en busca de su sueño y que se habían topado con un muro de realidad. Como tantas veces, la imagen idílica que se mostraba en programa como «Españoles por el mundo» distaba mucho de ser la común para el recién llegado.
La experiencia que cuentan los que sí han conseguido trabajar en cualquier país nórdico es que no sólo el inglés es imprescindible para cualquier trabajo, sino que debe de existir un firme compromiso de aprender la lengua del país en el que vamos a vivir, sea Noruega, Dinamarca o Suecia. Aunque todos hablen con soltura el inglés, no es su lengua materna y lo vamos a sufrir en nuestras carnes.
Aunque es una práctica recomendable en cualquier país, si queremos trabajar en un país nórdico lo ideal es encontrar el trabajo desde España. Ir a la aventura es este tipo de países, es una pérdida de tiempo y de dinero. Son países que ya tienen su propia emigración (normalmente países árabes) que ocupan puestos de escasa cualificación profesional por lo que no vamos a poder acceder a un segmento del mercado que si estaría disponible para nosotros en países como la propia Alemania o Reino Unido
En cualquier caso, a los interesados en trabajar en uno de los países más prósperos de Europa, les recomendamos que examinen la propia guía que elabora que gobierno noruego a tal efecto, y que enlazamos desde aquí.
Estados Unidos y su Green Card
Si bien podemos trabajar con relativa facilidad en cualquier país europeo (especialmente si pertenecen a la UE), la cosa cambia drásticamente si nuestra intención es encontrar trabajo en Estados Unidos. No sólo porque es imprescindible tener una oferta laboral previa para poder conseguir un permiso de trabajo, sino que deberemos demostrar nuestra valía desde el primer momento.
La legislación laboral en Estados Unidos especifica que en caso de que una empresa quiera contratar a un trabajador extranjero, deberá «demostrar» que lo hace porque no ha encontrado a ningún norteamericano con las habilidades necesarias para ocupar ese puesto.
En la práctica esto se traduce en que si queremos trabajar en Estados Unidos en una posición de mínima responsabilidad deberemos demostrar tener una cualificación profesional superior a la media, destacando por ejemplo en el dominio de varios idiomas o habilidades técnicas muy específicas. La otra solución por supuesto es que sea la propia empresa la que se dirija directamente a nosotros y nos haga una oferta, pero estaríamos hablando de un escenario completamente diferente.
Otra cosa que tenemos que tener en cuenta es que el permiso de trabajo que vamos a obtener en un principio puede que sólo nos sirva para trabajar en la empresa que nos ha contratado (no podremos cambiar de empresa con facilidad) y en el mejor de los casos únicamente tendrá validez para el Estado en el que se encuentra la empresa que nos contrata. La movilidad dentro de Estados Unidos para los trabajadores extranjeros es muy reducida y si queremos poder «movernos a nuestras anchas» deberemos intentar conseguir una Green Card, documento que equivale a nuestro permiso de residencia.
La extraña aventura de trabajar en Japón
Desde luego si lo que queremos son emociones fuertes, Japón en nuestro destino ideal. Normalmente si conseguimos trabajar en japón es porque una compañía nos ha contactado antes, ya que resulta tremendamente infrecuente que alguien vaya ahí a probar suerte.
Si aún así decidimos emigrar, lo primero que nos llamará la atención seguramente es el concepto de equipo que existe en las empresas japonesas y la poca importancia que se le concede al mérito o al trabajo individual. No se concibe un trabajo sin la colaboración de un equipo y la mayoría de decisiones que afectan al trabajo son tomadas en grupo.
También tenemos que tener en cuenta que en sí mismos, los japoneses son muy ceremoniosos, como si su día a día fuese casi teatral. Las presentaciones son muy importantes. Deben hacerse con sumo respeto y humildad y el saludo occidental, aunque admitido, puede relegarse a un segundo plano para optar por el saludo tradicional japonés. Una leve inclinación de cabeza, mayor cuanto más importante es la persona a la que saluda. Es una muestra de cortesía hacia ellos, asumir su saludo tradicional ya que los japoneses son poco dados al contacto físico.
De la misma forma, tenemos que tener en cuenta la gran jerarquización que existe en las empresas (especialmente en las estatales) y cuál en nuestra relación de poder con respecto a nuestro interlocutor. En una negociación podemos tener una gran propuesta que ofrecer a nuestro interlocutor pero si no sabemos entender las formas y los ritos, no tendremos nada que hacer.