Se dispara el número de empresas zombies

El fenómeno de la empresa zombie, que hasta hace pocos meses no pasaba de lo anecdótico, se está convirtiendo últimamente en una realidad más que preocupante en zonas como el levante español, donde este tipo de sociedades comienzan a proliferar. 

Aunque es un fenómeno conocido, ayer fue el presidente de la Confederación de Empresarios de la Comarca de Lorca (Ceclor), Pedro Cazorla, el que se mostró especialmente preocupado por el «auge» que están experimentando en los últimos tiempo este tipo de sociedades. Y es que este tipo de empresas están pasando lo peor de la crisis, porque no tienen dinero para asumir los costes del cierre, cumplir con la deuda de sus proveedores y los despidos de su plantillas.

«Hay muchísimas empresas abiertas que están en esa situación» en la comarca de Lorca, ha añadido el presidente de la patronal, que no ha podido precisar un número concreto, pero que ha advertido de que «será muy difícil que puedan dar la vuelta a su situación y están abocadas al cierre» en pocos meses.

Según ha explicado el síndrome de las «empresas zombi» afecta a todos los sectores de actividad económica, pero en el caso del sector de la construcción podrían padecerlo «el 50 por ciento» de las que están abiertas en la actualidad.

Estas firmas se encuentran «muy deterioradas» tras tres años de crisis en los que han estado «autofinanciándose», en una situación de descenso de la actividad, restricción del crédito y de un importante aumento de la morosidad, sobre todo en las administraciones públicas, lo que en los próximos meses «se traducirá en un repunte de paro importante».

El síndrome de estas empresas que la patronal compara con muertos vivientes no afecta solo a empresas noveles «sino a firmas consolidadas, con una experiencia de más de 20 años y que ya están en esta situación».

Pese a que muchas de estas «empresas zombi» siguen abiertas y aparentemente mantienen su actividad «son inviables» y cerrarán en los próximos meses, según el presidente de los empresarios, que ha planteado un horizonte pesimista para 2011 en el que se darán los ingredientes para una «tormenta perfecta» en términos económicos y de empleo.