Tras un 2023 un tanto turbulento, que finalmente resultó mucho mejor de lo esperado, este se perfila tan decisivo como incierto, tanto en términos (geo)políticos, con más de 60 elecciones nacionales -presidenciales y/o legislativas; como en términos económicos, con un aumento de los riesgos en una economía mundial que sigue ralentizándose. En este contexto, Coface ha modificado 13 evaluaciones de riesgo país (12 al alza y 1 a la baja) y 22 evaluaciones de riesgo sectorial (17 al alza y 5 a la baja).
El crecimiento mundial sigue curvándose, pero no se rompe
Por tercer año consecutivo, el crecimiento de la economía mundial se ralentizará hasta el 2,2% en 2024, tras el 2,6% del año pasado. Aunque el aterrizaje suave parece estar en marcha en EE.UU., la actividad económica debería seguir desacelerándose en el primer semestre del año, a raíz del gasto de los hogares, sobre todo porque seguirá disminuyendo el apoyo de la reserva de ahorros excedentarios acumulados durante la pandemia, que ahora está en gran parte agotada.
En Europa se espera un estancamiento en el primer semestre. La industria manufacturera sigue penalizada por unos costes persistentemente elevados y la debilidad de la demanda exterior.
Inflación y tipos de interés: un entorno adverso para las empresas
A pesar de un descenso en 2023, y de una tendencia a corto plazo bastante tranquilizadora, la inflación subyacente sigue duplicando el objetivo de los bancos centrales en la mayoría de las zonas monetarias desarrolladas. El reto para 2024 consistirá en ver si el endurecimiento monetario en curso desde hace más de 18 meses es suficiente para recorrer la «dar un empujón» y devolver la inflación al 2%. Y mantenerla ahí.
En cualquier caso, y salvo incidentes, el entorno de tipos de interés al que todos los agentes – hogares, empresas y gobiernos – se han acostumbrado en los últimos 15 años pertenece ya al pasado y deberían permanecer en niveles elevados, a lo largo del año, en todas las economías avanzadas.
Este entorno económico adverso hará que las empresas se enfrenten a una situación difícil. Una fuerte aceleración de las insolvencias es, por tanto, uno de los principales riesgos a la baja de nuestro escenario central, que en muchos aspectos se asemeja más a una cresta que a un bulevar.