El Centro de Datos se ha convertido en uno de los grandes campos de batalla para las empresas. Uno en el que la compañías esperan sacar por supuesto el máximo rendimiento y poner en marcha estrategias de transformación digital exitosas. Pero también uno en el que aspiran a ser capaces a establecer políticas y medidas efectivas que les permitan reducir su consumo energético y más aún su impacto ambiental.
¿De qué forma? Tal y como os contamos en «GreenTech 2.0: cómo integrar la sostenibilidad en tu estrategia de negocio», en muchos casos esto implica en primer lugar, utilizar equipos y servidores que sean más eficientes en su consumo de energía. Además, se pueden consolidar los servidores mediante la virtualización y el uso del cloud, lo que disminuye la cantidad de hardware necesario, el consumo de energía y las necesidades de enfriamiento.
Hablando de enfriamiento, buena parte de la estrategia en este terreno pasa por sustituir el uso de sistemas de enfriamiento por aire, por otros más eficaces. En un centro de datos, los sistemas de refrigeración activa de los servidores, las propias torres de refrigeración y los distintos aires acondicionados, dependen principalmente del agua para mantener los equipos a una temperatura óptima. Y esto obviamente, se traduce en un consumo considerable. Un estudio publicado por el Uptime Institute sugiere que un gran centro de datos puede consumir hasta 25 millones de litros de agua cada año. Y un paper publicado sobre la materia en 2021, asegura que el consumo habitual de un centro de datos medio, se encuentra en los 567.000 litros anuales.
Gran parte del problema del uso de agua se debe a sistemas de refrigeración ineficientes, en particular a las torres de refrigeración. Estos equipamientos rocían el aire caliente generado por los servidores con agua, o pasan el aire a través de conductos húmedos. De esta forma, el calor se reduce a través del contacto con este elemento para después volver a circular como aire frío. En este proceso se pierden cantidades sustanciales de agua debido a la evaporación.
Sin embargo, en algunos casos, las empresas pueden transicionar desde este modelo de uso intensivo de agua, a otro que opta por sistemas de refrigeración líquida en los que el agua ya no sea un componente «tan necesario». Conocidos como ”direct cooling”, este enfoque implica el uso de líquidos refrigerantes como el glicol, para extraer el calor de los componentes de TI directamente. Por supuesto, esto no siempre es posible, bien por la infraestructura propia del CPD o por la falta de recursos para poner en marcha una tecnología que no deja de ser compleja, por lo que este tipo de proyectos aún no son tan populares como probablemente acabarán siéndolo en una década.
Monitorización inteligente del CPD
De una forma mucho más accesible, buena parte de la estrategia de las empresas en este campo puede pasar por la implementación de sistemas de monitorización y gestión inteligente. De esta forma, se pueden identificar áreas de mejora y ajustar el consumo en tiempo real.
En este sentido, la aplicación de inteligencia artificial (IA) y el machine learning (aprendizaje automático) ha revolucionado las operaciones en muchos de estos centros. Los algoritmos de IA analizan patrones de consumo y ajustan la distribución de energía, minimizando así el desperdicio y optimizando los recursos en tiempo real tomando en cuenta variables como horas valle, carga del trabajo de la empresa, necesidades reales de computación, picos de demanda, etc.
Esta capacidad predictiva y adaptativa puede sin ninguna duda, conducir a una reducción considerable en el gasto energético, lo que permite a las empresas no solo ser más eficientes, sino también comprometerse con el futuro del Planeta. Otro avance tecnológico clave que está impactando positivamente la eficiencia energética de los CPD, pasa por los despliegues IoT. Mediante la instalación de sensores en equipos y sistemas, estas redes proporcionan datos en tiempo real sobre el rendimiento y el consumo energético. Estos datos detallados permiten una monitorización proactiva que facilita la identificación de áreas de mejora y la implementación de ajustes precisos para reducir el consumo innecesario.
A largo plazo, la computación cuántica también promete cambios significativos en la eficiencia energética de los centros de datos. Aunque aún se encuentra en sus primeras etapas, se anticipa que la computación cuántica revolucionará la forma en que se procesan y almacenan datos, y es que las posibilidades de realizar cálculos mucho más eficientes podrían transformar radicalmente la gestión de la información y reducir el consumo energético en tareas complejas.
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