A nadie le pillará por sorpresa que la inestabilidad macroeconómica será la nota predominante en un 2023 que presenta un escenario global incierto. Por tanto, las empresas españolas que compran sus productos y servicios fuera de la zona euro tendrán que estar el año próximo más atentas que nunca a la evolución de sus mercados internacionales.
Se calcula que más de la mitad de las operaciones de pagos internacionales se efectúa sin haber contratado ningún tipo de cobertura de riesgo para protegerse de las fluctuaciones del mercado de divisas. Un dato muy preocupante si tenemos en cuenta que en torno al 70% de las pymes españolas que operan en el comercio exterior lo hace importando materias primas, componentes o productos manufacturados de países fuera de la zona euro. “Inmersas en este convulso panorama, las empresas importadoras españolas cargan sobre sus hombros un horizonte poco claro que puede impactar en su competitividad si no son previsoras”, asegura Luis Azofra, country manager de iBanFirst en España.
En este sentido, los expertos de iBanFirst, han analizado los principales desafíos que plantea 2023 a las empresas importadoras en materia monetaria:
Desaceleración mundial a corto plazo
El consenso generalizado es que el nuevo ejercicio estará marcado por la desaceleración, especialmente a corto plazo. Ejemplo de ello es la caída de los precios de las materias primas y de los fletes marítimos desde el inicio del pasado verano. La reducción de la demanda debería ayudar a reducir la inflación a medio plazo, en un entorno volátil caracterizado por la subida de tipos de interés y la persistente inestabilidad geopolítica.
Eurozona azotada por la crisis energética y la inflación
Arrastrada por este contexto global, la Eurozona se moverá entre dos problemas que amenazan con hacerse crónicos: una crisis estructural del modelo energético que frena la rebaja de la factura eléctrica y una escalada de precios sin fecha clara de caducidad. El BCE prevé un crecimiento lento del 0,9% para 2023, mientras la inflación podría dispararse hasta el 12% a comienzos de año. La Eurozona se enfrenta a un crecimiento potencial limitado por la crisis energética, que, según nuestras estimaciones, podría causar una caída del PIB comunitario a principios de 2023.
Un dólar alto encarecerá las compras internacionales
El principal factor que condicionará las importaciones españolas es el alza del dólar, que continuará cotizando en términos de paridad con el euro y cerraría el año en 1,08.
En términos macroeconómicos, dos factores inciden en el prolongado descenso del euro respecto a la divisa estadounidense: el diferencial de tipos entre Estados Unidos y la Eurozona y las salidas de capital motivadas por la preocupación de los inversores a causa de la crisis energética que atraviesa Europa. Este escenario se mantendrá hasta mediados de 2023. A partir de ese momento, si no se agrava la guerra en Ucrania veremos una revalorización progresiva del euro a finales de 2023 en el entorno de los 1.16 dólares por euro.
La balanza con China se verá arrastrada por la moneda americana
Si la debilidad del euro frente al dólar afecta a las importaciones desde Estados Unidos también lo hace en el caso de China, nuestro principal proveedor con un 11% de las compras totales. El 80% de los pedidos que realizan nuestras empresas en el gigante asiático se efectúa en dólares, por lo que la fluctuación desfavorable de la moneda estadounidense también afectará a las importaciones españolas en China.
Respecto a los pedidos que se abonan en yuanes extracontinentales, teniendo en cuenta la política china de apuntalar la cotización de su moneda, vemos el par EUR/CNH cerca de los 8,00 yuanes por cada euro a final de 2023, por los 7,40 con que comenzará el año. En términos de inflación, China es la única gran economía mundial que experimenta subidas de precios limitadas, lo que beneficiará a las empresas que adquieran productos o servicios desde allí.
Las turbulencias económicas amenazan con devaluar la libra esterlina
Reino Unido, que aporta el 2,4% de nuestras importaciones, es otro escenario al que girar la vista para trazar el comportamiento de las compras de nuestras empresas en 2023. Aunque la libra esterlina ha resistido bien el impacto del Brexit, nuevas turbulencias acechan a la economía de las islas.
El alto riesgo de una larga recesión combinada con una inflación disparada, podría desembocar en una depreciación de la moneda británica en los próximos meses y en una caída del PIB del 2,1%, similar a la producida a comienzos de los 90. Con esto en mente, la libra puede caer hasta el 0.95 en los próximos tres meses para remontar a 0.85 libras por cada euro al final del 2023.