Las ayudas públicas se han creado para facilitar a personas y empresas el desarrollo de proyectos, pero la realidad es otra, según indican desde Fandit. Esta financiación, sostenida con ayudas públicas, muchas veces no acaba donde debería. ¿Por qué?, ¿cumplen las ayudas su propósito real?
Para Pedro Robles, CEO de Fandit, “en el mundo de las ayudas, hay demasiados piratas. Tenemos que conseguir que sean minoría, para que no paguen justos por pecadores”.
En las últimas semanas, hemos leído varios ejemplos muy ilustrativos. Hace unos días, el Ministerio Fiscal solicitaba una pena de cárcel de seis años y un mes para un hombre acusado de llevarse 32.075 euros que estaban destinados a hacer frente a los daños del terremoto de Lorca de 2011.
El acusado, presidente de su Comunidad de Propietarios, habría destinado el dinero a realizar obras en su propia vivienda. Además, ocultó la concesión de la ayuda a sus vecinos y habría llevado una contabilidad B para su enriquecimiento personal.
Otro caso al hilo es el de la desarticulación de una red en Vizcaya que usaba 62 identidades falsas para cobrar subvenciones. Este entramado criminal consiguió más de un millón de euros destinados a la Prestación Complementaria de Vivienda (PCV) y la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) con esta técnica.
Así, los fraudes hacen que las ayudas no lleguen a personas que realmente las necesitan y acaben en manos equivocadas. Existen otros motivos que hacen que las ayudas no acaben llegando a sus destinatarios:
- Comunicación confusa. Normalmente, las ayudas se anuncian con márgenes de, al menos, varios meses por motivos políticos. Estos avisos con tanta antelación no ayudan a los solicitantes, más bien les despista.
- Diversidad. Pocas subvenciones se parecen entre sí. Por eso, el hecho de pedir una con éxito, no te asegura que lo hagas bien en la siguiente.
- Lenguaje. En demasiadas ocasiones, su redacción es inaccesible para el ciudadano medio. Frases subordinadas de varias líneas y un vocabulario técnico marcan un alto nivel de entrada.
- Plazos imposibles. Las convocatorias no se ajustan a la realidad de los solicitantes. Puede resultar difícil seguir el ritmo exigido por las administraciones a la hora de realizar trámites para las ayudas.
- Digitalización. Muchas personas carecen de los equipos técnicos y de las competencias necesarias para tramitar una subvención.
Modernizar el ecosistema de las subvenciones para lograr la accesibilidad real se ha convertido en una necesidad. Las ayudas acaban llegando a personas reales -FANDIT ha repartido un millón y medio de euros en España-, pero muchas veces no es fácil acceder a ellas.
Según Pedro Robles, “el solicitante tiene un gran reto. Debe enterarse de si hay una ayuda, en qué momento abre, etc. Una vez que la ha presentado y ganado, tiene que saber gestionarla correctamente para no tener que devolver el dinero”.