Seres acaba de publicar el «Estudio de Factura Electrónica en Europa», un análisis de la utilización de la factura electrónica en el continente, en el marco de su objetivo de identificar y anticiparse a las tendencias en su uso.
Según el informe, en la actualidad, el 100% de los países europeos hacen uso de la factura electrónica en sus transacciones comerciales, un 85% de forma obligatoria y un 15% de forma voluntaria. De este modo, se pone de relieve la apuesta a nivel europeo por la factura electrónica en el ámbito empresarial, así como su consiguiente tendencia hacia una masificación internacional. Asimismo, de estos datos se deriva la previsión de que cada vez más empresas de distintos países harán uso de la misma para dotar a sus procesos comerciales de robustez y trazabilidad.
Esta nueva coyuntura, caracterizada por el papel imprescindible de la factura electrónica en las transacciones comerciales en Europa, responde al foco prioritario puesto de forma generalizada sobre los beneficios de este documento digital. Tanto la Unión Europea, como las instituciones en particular de cada país del continente, como es el caso del Gobierno de España, han identificado el potencial de la e-factura a nivel seguridad y ahorro medioambiental, de gestión y tiempo, y han apostado por ella.
En lo que respecta a la Unión Europea, y más concretamente la Comisión Europea, llevan un largo recorrido actuando como agente dinamizador de la factura electrónica. De hecho, en el marco de la Agenda Digital Europea, se ha posicionado a la e-factura como un elemento tractor y facilitador de las relaciones internas en el mercado común y de la competitividad de las empresas de la zona.
A nivel B2G (de empresa a gobierno, del inglés business to government), la factura electrónica se hizo obligatoria a través de la directiva 2014/55/UE y, actualmente, muchos gobiernos de los diferentes Estados miembros están estudiando la posibilidad de introducirla en el ámbito de la empresa privada.
Italia, país pionero
En Europa, Italia es pionero en la implantación de la factura electrónica en la empresa privada. En el resto del continente encontramos casos como el de Francia, en el que cuentan con un proyecto bastante avanzado hacia la masificación del uso de la factura electrónica, y casos como los de Alemania y Bélgica, países en los que todavía están dando los primeros pasos para lograr implementarla.
En España, por su parte, en el año 2018 se extendió la obligatoriedad del uso de la factura electrónica a los subcontratistas del Estado. En esta misma línea, el pasado mes de septiembre, el Gobierno de España aprobó la Ley Crea y Crece, que obliga a empresas y autónomos a utilizar la e-factura en sus relaciones comerciales.
Una vez entre en vigor dicha Ley, de forma progresiva y durante los próximos tres años, se espera una masificación de la factura electrónica. Concretamente, las empresas con más de ocho millones de euros de facturación anuales tendrán un plazo de un año para implementar la e-factura; mientras que el resto de las empresas contarán con dos años más.
En este contexto, Javier López, director general de Seres, destaca: “la digitalización de procesos no debe ser el fin, sino el medio para que las compañías ganen en competitividad y eficiencia. Sin lugar a duda, la factura electrónica representa el primer paso perfecto para comenzar un proyecto de transformación digital”.
Así, la masificación de la factura electrónica se trata de una tendencia internacional actualmente favorecida de forma sinérgica por los diferentes organismos regulatorios a lo largo de nuestro continente y del mundo. La factura electrónica dota a los procesos de una seguridad, trazabilidad y rapidez, así como de un ahorro medioambiental, de gestión y tiempo, que la convierten en una herramienta imprescindible en el camino hacia la transformación digital que el mundo y su economía está experimentando.
