Cuando en la Plataforma del Tercer Sector nos pusimos a pensar en el mensaje que queríamos transmitir en la campaña “Casilla Empresa Solidaria” de este año pospandémico en el que se han agudizado todavía más las desigualdades del sistema, nos dimos cuenta de que debía cumplir varias premisas que nos permitieran comunicar el gran impacto de un gesto tan sencillo como decidir marcar una casilla en el Impuesto de Sociedades.
La primera es que tenía que ser un mensaje que hablara el lenguaje de las empresas, que se imbricara en el universo corporativo y presentara, en pocas palabras, la oportunidad de dar un paso más en su compromiso social. Marcando esta casilla se contribuye de manera directa no solo a acometer los grandes desafíos sociales, sino también a sentar los cimientos de un nuevo modelo más justo, igualitario y sostenible.
El desafío era, entonces, invitar a la audiencia a ser partícipe de un nuevo espacio común en el que se están encontrando las empresas que empiezan a creer que se pueden cambiar las cosas, que están apostando por un nuevo modelo de relación entre empresas y Tercer Sector entendiendo que para acometer los desafíos sociales se requiere una acción conjunta.
La segunda premisa era hacerlo de manera clara, acorde al carácter pragmático, eficiente y eficaz de la acción requerida –marcar la Casilla Empresa Solidaria en el Impuesto de Sociedades- transmitiendo el poder de este gesto tan sencillo, libre y a coste cero para las empresas, pero con todo el impacto en la sociedad, en el medioambiente y el en futuro. Con lo recaudado se financian proyectos sociales desarrollados por entidades del Tercer Sector para garantizar los derechos de la ciudadanía, para luchar contra la pobreza, la exclusión social y la desigualdad y también otros proyectos transformadores más orientados a hacer a nuestras propias entidades más eficaces.
Pero no solo eso, sino que también tenía que quedar claro el beneficio para las empresas en sí mismas. Definir esta decisión como el acto de coherencia que es. En un contexto en el que ya no se plantea ser comprometido con la sociedad, sino que aborda cómo serlo, las compañías que optan por marcarla se legitiman socialmente respondiendo a la demanda ciudadana de que el sector privado se involucre en los problemas comunes.
Llegamos a la conclusión, finalmente, de la cuarta premisa que nuestro mensaje debía cumplir, destacando el potencial de la iniciativa, sea cual sea el tamaño de tu empresa: marcar la Casilla Empresa Solidaria permite destinar el 0,7% de la cuota íntegra del tributo a proyectos de interés social gestionados por el Tercer Sector. Y lo que es más importante, establece las bases de un nuevo sistema en el que todas las personas podamos vivir mejor. Y tú, ¿quieres tener impacto?
Por Luciano Poyato, presidente de la Plataforma del Tercer Sector, impulsora de la Casilla Empresa Solidaria.
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