La moratoria concursal está cerca de ser historia. A partir del 30 de junio, cualquier empresa que se encuentre en situación de insolvencia tendrá, de nuevo, la obligación de pedir una declaración concursal en los dos meses posteriores.
El objetivo de esta medida, que en estos dos años ha prorrogado su finalización en dos ocasiones, era que las entidades más afectadas por la pandemia de la Covid-19 tuviesen un margen adicional para restablecer su equilibrio patrimonial. Una situación que, sin embargo, no ha evitado que los concursos hayan crecido el pasado 2021 y que un gran número de empresas todavía teman por su negocio.
Según el último Informe Europeo de Pagos de Intrum, el 70% de las compañías cree que el escenario económico podría complicarse próximamente y, de este grupo, el 83% prevé que esta situación afecte directamente a su negocio en mayor o menor medida. Unas estimaciones que también se han visto reflejadas en el último índice de confianza empresarial armonizado (ICE) del Instituto Nacional de Estadística (INE), donde se desprende que este indicador ha caído un 2,5% respecto a los tres últimos meses del año anterior, rompiendo su racha al alza durante cinco trimestres consecutivos.
Si a esto se suma que la liquidez de las compañías se redujo en 17.000 millones durante el mes de enero, según el Banco de España, y que la deuda consolidada de las sociedades no financieras aumentó un 2,4% en septiembre de 2021 (últimos datos disponibles), podría haber todavía un porcentaje importante de empresas al límite. De hecho, y pese a que las previsiones de crecimiento económico del FMI para el pasado ejercicio eran halagüeñas, y que la moratoria concursal todavía sigue vigente, los últimos datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) muestran que, en 2021, los concursos de empresas experimentaron un incremento interanual del 29,4%, y del 27,9% respecto a 2019.
“Para evitar llegar a esta situación concursal y recuperar la salud financiera del negocio de forma sostenible, la respuesta estará en prevenir la insolvencia reaccionando a tiempo y protegiéndose contra los impagos. En muchas ocasiones, las empresas se ven obligadas a ampliar los plazos de cobro, lo que acaba perjudicando a las inversiones, al crecimiento e, incluso, a los propios pagos a proveedores. Por ello, una de las principales claves para salvaguardar la supervivencia empresarial es abordar este último aspecto”, explica Victoria Betancor, head of insolvency proceedings de Intrum.
Consejos para optimizar la gestión de cobros
Con el objetivo de ayudar a gestionar los impagos y, con ello, evitar el endeudamiento a largo plazo y el temido concurso de acreedores, la experta de Intrum ofrece algunos consejos para la optimizar la gestión de cobros o recuperar las deudas que se daban por perdidas:
- Estudiar bien la situación del cliente. La solvencia del cliente es un dato fundamental previo que hay que conocer para saber si se retrasará o no en el pago. Algunas preguntas que hay que plantearse: ¿Ya se han realizado negocios con esta empresa? ¿Cuál es su historial de pagos? ¿Tiene alguna garantía de cobro?
- Establecer en el acuerdo comercial las ventajas de realizar el pago en fecha. Durante la negociación de la prestación del servicio, es posible exponer algunos argumentos a favor del deudor si paga en un plazo establecido, una cantidad acordada, etcétera, así como las consecuencias que podría tener no realizar el abono de la factura en la fecha acordada. Es una forma de persuadir al cliente para mostrarle que realizar el pago a tiempo es más beneficioso para él.
- Dar bonificaciones si se realiza el pago antes de fecha. También está la opción de ofrecer incentivos para que respondan a la factura antes de lo previsto. Esto ayuda a que no solo se asegure el pago, sino que también supondrá un valor añadido para el cliente, fidelizando su compromiso con la empresa.
- Aplicar medidas para favorecer el pago. En caso de que haya que ponerse en contacto con el deudor porque no se ha realizado el abono en fecha, es importante hacerlo de forma amistosa. Para ello, hay que preparar previamente y estructurar de manera correcta los argumentos, sin improvisaciones.
- Tener preparado un plan de acción alternativo si no se cumple el pago establecido. Llegados a este caso, es preciso tener preparada una estrategia alternativa con las diferentes opciones que pueden ofrecerse (ampliar plazos, más flexibilidad, fraccionar los pagos…), y qué resultados se obtendrían con cada uno de ellos.
- Contar con el apoyo de una empresa especialista en gestión y prevención de impagos. La mejor alternativa siempre será contar con el asesoramiento y el servicio de una compañía especializada en prevención y gestión de impagados, que gestionen de manera profesional todo el proceso para lograr los mejores resultados y consolidar la relación con el cliente, permitiendo además que cada empresa pueda enfocarse en lo más importante: el impulso del negocio.
- Promover la educación financiera en la empresa para prevenir los impagos. Una correcta educación financiera es clave a la hora de prevenir y hacer frente a dificultades en este ámbito, así como para aprovechar aquellas oportunidades que vayan surgiendo conforme el negocio evoluciona.