La crisis mundial de suministro afecta a las tarjetas de pago, tanto de crédito como de débito, que podrían quedar invalidadas durante lo que resta del año debido a la escasez de chips.
Así lo sostiene la última investigación desarrollada por ABI Research, firma global de inteligencia tecnológica, en agosto del año pasado sobre el mercado de los pagos con plásticos. Concretamente, alerta que en 2022 unas 740 millones de tarjetas podrían quedar obsoletas en todo el mundo, por lo que no existiría oferta de chips para cubrir la demanda necesaria.
Además de la insuficiencia global de chips de los últimos dos años, el sector de las tarjetas de pago se enfrenta a la escasez de materias primas, que afectan directamente a las entidades bancarias al caer drásticamente la producción de elementos básicos para la fabricación de compuestos y productos plásticos. Una situación que, a priori, no cesará hasta finales de 2022 y podría prolongarse hasta 2023.
En este contexto, Veritran, compañía experta a nivel global en desarrollo low-code, considera que esta situación puede convertirse en una oportunidad para seguir acelerando la transformación digital de la banca y, más concretamente, de los métodos de pago.
En este sentido, remarcan la importancia de colaborar en la implementación de procesos que ayuden a minimizar el impacto de esta escasez de chips que estiman podría repercutir en el PIB mundial. Gabriela Giannattasio, VP de EMEA de Veritran, sostiene al respecto: “Vemos este contexto como una oportunidad para las entidades de nuestro ecosistema financiero de impulsar la digitalización de los pagos, a través de tarjetas digitales, wallets u otros tipos de pagos online, e intensificar una tendencia ya existente y acelerada a raíz de la pandemia”.
Pagos alternativos, el futuro de la banca tradicional
En línea con esta tendencia, y según las estimaciones de Veritran, se espera que más de la mitad de las empresas bancarias mundiales mejoren sus capacidades de innovación digital y que más de la mitad de sus clientes usen soluciones bancarias digitales en materia de pagos, tarjetas y cuentas bancarias en los próximos tres años.
Y es que gran parte de la población ha adoptado nuevos comportamientos digitales y priorizarán el uso del dispositivo móvil en detrimento del efectivo o el plástico. En este sentido, en 2030, los pagos electrónicos prácticamente se van a triplicar en el mundo, hasta superar tres billones de operaciones. Así se desprende del informe Payments 2025 & Beyond, elaborado por PwC, que forma parte de una serie de estudios sobre el futuro del sector financiero.
Además, el crecimiento imparable que se prevé para estos métodos de pago está estrechamente ligado con el desarrollo de nuevas tecnologías de seguridad, para que se pueda acceder y gestionar la información desde cualquier tipo de dispositivo móvil sin riesgos para el usuario. Este fenómeno favorece la creación de nuevas oportunidades y beneficios para el sector tecnológico.
Reducción de costes y emisiones de CO2
Para las entidades bancarias, otra oportunidad es la reducción de costes económicos y la adecuación al reto de cero emisiones de CO2, que ha sido establecido por la Unión Europea y el resto de los mercados desarrollados como uno de los principales ejes que deben seguir todos los mercados para la reactivación económica mundial.
Para Giannattasio, “este cambio de comportamiento social de las instituciones bancarias, además de ayudar a reducir el impacto de esta crisis de desabastecimiento que afecta a bancos y proveedores de tarjetas, permitirá disminuir los costes y el impacto medioambiental asociado a la producción y mantenimiento de 3.000 millones de tarjetas de pago en todo el mundo cada año según Smart Payment Association”.