Pese a que la pandemia evoluciona favorablemente, buena parte de las empresas teme que sus negocios no puedan seguir abiertos cuando la recuperación económico sea una realidad.
Según el Informe Europeo de Pagos de Intrum, las empresas españolas cada vez están más concienciadas de la necesidad de tomar medidas para evitar retrasos en el abono de facturas. La crisis sanitaria ha provocado que mejorar la gestión de deuda se haya convertido en la prioridad de tres de cada 10 empresas españolas (26%), en línea con la media europea (26%).
Y no es para menos, ya que, en el último año, casi la mitad de las entidades ha aceptado plazos de pago más largos de lo que le gustaría para no dañar la relación con sus clientes, y el 36% de las encuestadas les ha permitido pagar más tarde para evitar la quiebra.
Sin embargo, estas nuevas prácticas de la era Covid-19 no han sido suficientes para mantener el flujo de caja del tejido empresarial y la mayoría de las compañías españolas han decidido adoptar un enfoque más proactivo a la hora de gestionar su liquidez. Un reflejo de ello es que el 61% de las encuestadas afirma que la crisis les ha ayudado a gestionar mejor los impagos en su negocio.
Atendiendo a los datos de Intrum a nivel europeo, se puede concluir que la pandemia ha impulsado las estrategias de gestión de cobro en las compañías de los 29 países analizados para este estudio, especialmente en Eslovaquia (66%). Este país encabeza el ranking como el lugar en el que la crisis ha motivado que más empresas gestionen mejor los retrasos en los pagos.
Seguidamente, con puntuaciones similares a las de España, se sitúan Polonia, Noruega, Dinamarca, Bulgaria y Bélgica (62%); y por debajo del ranking quedarían países como Reino Unido (55%), Suecia, Italia o Hungría, las tres con un 56%.
Los dos retos: impacto financiero negativo y riesgo de impago
Los efectos de la crisis sanitaria en los márgenes de beneficio empresarial son un hecho. Concretamente, el 48% de las entidades españolas manifiesta que, mensualmente, sus ingresos se han reducido o son inferiores a los de antes de la pandemia. Pero esto no es todo. Un cuarto de las encuestadas confirma que sus beneficios mensuales se han mantenido estables durante estos meses, pero esperan que se reduzcan en el corto plazo.
Esta situación hace que las entidades no sean muy optimistas con el futuro empresarial y casi nueve de cada 10 apuntan que podrían pasar hasta dos años para llegar a un contexto en el que la crisis de la Covid-19 deje de tener un impacto financiero negativo en su negocio. Un periodo en el que, además, tanto grandes como pequeñas organizaciones, están seguras de que tendrán que hacer frente a las dificultades financieras de sus deudores.
De hecho, dos de cada tres empresas españolas (65%) prevén un aumento del riesgo de impago por parte de los deudores en los próximos 12 meses; lo que supone un incremento de 17 puntos respecto a 2020 y de 55 en comparación con 2019. Por eso, cada vez más organizaciones toman conciencia de la necesidad de diseñar estrategias de gestión de cobro con las que prevenir impagos y controlar su flujo de caja.