Cuando Microsoft anunció los requisitos de Windows 11 generó mucho revuelo. Es normal que un nuevo sistema operativo tenga unos requisitos superiores a los de la versión anterior, pero pecó de haber elevado demasiado algunos aspectos. El más importante fue, sin duda, el de los requisitos a nivel de CPU, ya que Microsoft había confirmado que solo serían compatibles los Ryzen serie 2000, Core de octava generación y superiores.
Poco después, y debido al malestar generado, Microsoft dijo que estaba trabajando para revisar los requisitos de Windows 11, lo que significaba que podrían incluir nuevos procesadores como compatibles, algo que muchos dábamos por hecho ya que, al final, el gigante de Redmond se había pasado de frenada, y eso era más que evidente. Pues bien, al final esas previsiones se han cumplido.
Microsoft ha confirmado que los procesadores Core de séptima generación serán compatibles con Windows 11, y esto incluye a todas las versiones de procesadores Intel basados en Kaby Lake, tanto las series Core 7000 de escritorio como las gamas HEDT y los Intel Xeon. Sin embargo, los procesadores Skylake, que al final tienen la misma base que Kaby Lake, y los Ryzen serie 1000, que también tienen una base casi idéntica a los Ryzen serie 2000, no son compatibles.
El gigante de Redmond ha justificado esta decisión en la experiencia de uso que ofrecen los procesadores compatibles con Windows 11, y es que, según Microsoft, los que cumplen con las especificaciones necesarias registran una experiencia de uso libre de bloqueos en un 99,8% de los casos. La compañía no ha profundizado en sus criterios ni ha concretado nada más allá de lo dicho.
Si tienes un equipo que no cuenta con un procesador soportado, podrás instalar Windows 11 directamente desde una ISO sin tener que preocuparte por las restricciones establecidas por Microsoft, ya que estas solo afectarán a las actualizaciones realizadas de forma directa. Sin embargo, los equipos no compatibles no recibirán actualizaciones de seguridad, y tampoco podrán instalar nuevas actualizaciones semestrales. Qué puedo decir, esos dos sacrificios son, a mi juicio, razón más que suficiente para mantenerse en Windows 10.