Uno de los requisitos más importantes que deberemos cumplir para poder actualizar a Windows 11 será contar con un chip TPM 2.0, una solución de seguridad que se estandarizó en 2016, lo que significa que todos los portátiles y equipos premontados por los principales OEMs que se lanzaron a partir de dicha fecha deben, en teoría, incluirlo.
Si no estás seguro de si tu PC o portátil cuenta con un chip TPM 2.0 no te preocupes, puedes comprobarlo en unos segundos. Solo tienes que pulsar la tecla de Windows y escribir, sin comillas, «tpm.msc». Te aparecerá una ventana emergente indicándote si tienes dicho módulo o no. En caso de que recibas un mensaje negativo, diciendo que no cuentas con dicha solución, es recomendable que te asegures de que lo tienes activado en la BIOS, y también que compruebes si tu equipo cuenta con fTPM, que es una opción igualmente válida.
En caso de que tu equipo no cuente con un chip TPM 2.0, no podrás actualizar a Windows 11. Microsoft ha sido muy estricto en este sentido, y ha dicho que los requisitos de Windows 11 serán inflexibles, lo que significa que si no los cumplimos a rajatabla, no podremos superar el proceso previo de comprobación del hardware, necesario para continuar con la instalación de dicha actualización.
Por fortuna, muchos PCs lanzados en los últimos años cuentan con la opción de activar, a nivel de BIOS, el fTPM. No obstante, si tu equipo, o los equipos de tu pyme, carecen de esa opción no te preocupes, tienes otra salida para poder actualizar a Windows 11. Comprueba si las placas base de los equipos que quieres actualizar disponen de un conector para chips TPM 2.0. En caso afirmativo solo tendrás que comprar dichos chips y conectarlos en el espacio correspondiente.
Normalmente, los precios de los chips TPM 2.0 suelen ser muy económicos, ya que rondan entre los 10 y los 20 euros, dependiendo del fabricante y del modelo de placa base, así que si quieres actualizar a Windows 11 y este es el único requisito que no cumples, lo tienes bastante fácil.