El SSD se ha convertido en un componente fundamental para cualquier portátil profesional. Su importancia está fuera de toda duda porque es una de las grandes bases sobre las que se asienta el equipo, y porque de él dependerá en gran medida la experiencia de uso que disfrutaremos.
La práctica totalidad de los portátiles profesionales que se comercializan a día de hoy vienen con una unidad SSD, y esto tiene una explicación, su coste ha bajado lo suficiente como para convertirlos en el nuevo estándar del sector. Siguen teniendo un coste por gigabyte mayor que el de los discos duros, pero lo compensan con una serie de ventajas importantes:
- Ofrecen un rendimiento mucho mayor, con velocidades de lectura y escritura que pueden superar sin problema la barrera de los 3.000 MB/s, mientras que los discos duros rondan los 200 MB/s.
- No presentan latencias ni tiempos de acceso elevados, lo que se traduce en una experiencia de uso mucho más fluida, en una mejor respuesta tanto de las aplicaciones que utilizamos como del sistema operativo, y en un rendimiento superior.
- Carecen de partes mecánicas, por lo que son silenciosos y más resistentes al movimiento, a los golpes y a las sacudidas.
- No presentan problemas de fragmentación, y gracias a los últimos avances del sector tienen una vida útil tan larga que acabarás cambiando tu portátil profesional antes de que tengas que empezar a preocuparte por posibles fallos en el SSD.
Si tienes un portátil profesional relativamente antiguo que no cuenta con un SSD, deberías plantearte actualizarlo con una unidad de almacenamiento de este tipo, ya que notarás mejoras importantes en los tiempos de inicio y de apagado del sistema operativo, en la carga de aplicaciones, en la apertura de archivos varios (documentos, fotos, imágenes y demás) y también en el rendimiento de ciertas aplicaciones que dependen de la unidad de almacenamiento.