Bruno Sanders sabía que no era un adolescente convencional. La sociedad suele esperar poco de un chico de 16 años, como mucho que sea responsable, apruebe en el instituto y no se meta en líos cuando sale. Pero este joven barcelonés se había desviado hacía mucho de las actividades típicas de su edad para ocupar su tiempo y su esfuerzo lanzando su propio negocio de ecommerce.
Hijo de un arquitecto y una gestora de eventos de moda, Bruno aprendió que «todo en la vida, por muy grande que sea, empieza por las pequeñas cosas». Pero, crear un negocio de ecommerce a los 16 no es ‘moco de pavo’ y la idea que tenía era bastante buena. «Junto con un buen amigo, nos dedicamos a vender mesas de oficina ergonómicas monitorizadas, para poder trabajar tanto sentado como de pie y evitar así los dolores de espalda».
Se trataba de un producto muy poco conocido en España y los jóvenes optaron por un sistema sencillo de comercialización, que actualmente es bastante habitual: comprar los materiales y la estructura en China y montarla en Barcelona.
«No obstante, debido a los costes de logística y de aduanas los márgenes eran mínimos, y sumada la poca experiencia que teníamos entonces, tuvimos complicaciones que nos hicieron abandonar el proyecto. Así, que en la actualidad ya no existe», nos cuenta.
Como suele decirse, unas veces se gana y otras, se aprende y este prematuro proyecto sirvió, sobre todo, para que Bruno descubriera su pasión por el ecommerce «y las posibilidades que ofrecía. A partir de ese momento empecé a interesarme y a formarme cada vez más sobre marketing digital y comercio electrónico».
Más proyectos y creación de una empresa
A partir de 2013 y durante los años siguientes, Bruno siguió creando proyectos online, entre ellos, destaca la comercialización de una marca de mochilas militares que vendía en los Estados Unidos. «Tuvimos buenos resultados, pero no acabó siendo el éxito que yo esperaba». Estos negocios ya comenzaron a generarle ingresos importantes, tantos que acabó comprando la agencia de marketing digital que había fundado un amigo suyo y en la que había entrado como desarrollador de negocio.
Al igual que ocurrió con grandes empresarios y emprendedores, como Steve Jobs (Apple), Mark Zuckerberg (Facebook) o, grandes fortunas patrias como Amancio Ortega (Inditex) o Isak Andic (Mango), Bruno no acabó la universidad.
«Dejé los estudios cuando estaba en segundo de carrera. En ese momento me resultaba imposible poder conciliarlos con los proyectos que estaba emprendiendo, no tenía tiempo para todo y tuve que tomar una decisión. Elegí dejar los estudios y continuar con mis proyectos de entonces por completo, ya que por aquel momento ya estaba generando suficientes ingresos como para asegurarme una estabilidad económica notable».
Bruno no se arrepiente, a día de hoy, aunque reconoce que fue una decisión arriesgada. «Todos los éxitos que he conseguido a lo largo de este tiempo a nivel profesional no hubieran sido posibles si no hubiera lo hubiera hecho así».
A finales de 2017, se lanzó su proyecto estrella, hasta la fecha: Suprive, una agencia de marketing digital, que cuenta con oficinas en el mismo centro de Barcelona. «Suprive trabaja en proyectos de e-commerce y en la monetización de grandes audiencias de influencers para que estos obtengan una rentabilidad muy superior a la que hacen colaborando con marcas, desarrollando sus propios productos y líneas de negocio».
Para que nos hagamos una idea del éxito de esta pyme, la agencia ha facturado este año más de un millón de euros y tiene a 18 empleados en plantilla. El joven empresario tiene ahora 23 años y se encuentra en proceso de ampliación del negocio.
«Niñatos millonarios», el primer libro de Sanders
Por si dirigir una empresa a los «veintitantos» fuera poco, Bruno también ha escrito «Niñatos Millonarios». «El título, reconozco que un poco polémico, surge de la crítica fácil y sesgada que se hace muchas veces por prejuicios relacionados con la edad».
Para escribir un libro hace falta talento, constancia y, sobre todo, mucho tiempo. Según nos cuenta el joven catalán, solo disponía de 30 días para escribirlo y 30 días más para publicarlo, ya que querían que coincidiera con el Día del Libro de Cataluña. Así le retó un antiguo cliente, dedicado al mundo editorial, que llegó a la oficina de Bruno un día y le propuso plasmar su historia en un libro.
«Acepté«, nos cuenta, aunque reconoce que no fue nada fácil, sobre todo el cumplir este encorsetado timing. «Fue un mes duro, muchas noches sin dormir, pero valió la pena. Mi libro es un recopilatorio de todas mis experiencias y aprendizajes que más me habían marcado y hecho crecer como emprendedor, así como consejos y técnicas que consideraba que podían servir de ayuda para otros emprendedores, independientemente de la edad».
Como todos podemos imaginar, la cara B de emprender tan joven significa dejar de lado actividades propias de la edad. Bruno sabía que tendría que hacerlo así, pero no se arrepiente, «tampoco me considero una persona muy convencional», nos dice. Con una madurez impropia de su edad, el joven fue consciente que tener buenos resultados con un negocio significaba renunciar a otras cosas.
«He podido reunirme con altos directivos de grandes empresas, he creado mi propia empresa y contratar a un equipo fantástico. También me ha dado la oportunidad de conocer a personas increíbles, así como de poder viajar y conocer nuevas culturas y formas de ver las cosas. Y todo esto no hubiera sido posible sin renunciar ciertos aspectos típicos de la juventud, para centrarme en mi carrera profesional».
Una de las principales ideas que ha guiado a Bruno por el sendero del emprendimiento, sin desviarse, es fijarse en lo que quería conseguir unos años después, y no desmoralizarse con los obstáculos del día a día o los resultados a corto plazo. «Esto me ha permitido seguir trabajando para conseguirlo».
Además la madurez, ideas muy concretas a largo plazo, afán de superación y, seguramente, un intelecto superior a la media, Bruno ha contado con personas que creyeron en él. «Es fundamental«, nos dice, «rodearme de gente que me ayude y apoye es uno de los pilares más importantes de mi vida». Obviamente, también se ha encontrado con la envidia y los celos de personas que le han dicho que no podía hacerlo o, incluso, le han animado a abandonar.
Superando la controversia que generó al principio, su círculo le apoyó y animó, «mientras que otros empezaron a pasar de la burla a la crítica». Una crítica que, suponemos, habrán tenido que digerir viendo cómo este emprendedor ha conseguido hacer prosperar su propia empresa, crear empleo y tener ambiciosos proyectos en unos tiempos de tanta incertidumbre económica. Como dijo Bear Grylls, «Ser valiente no es la ausencia de miedo. Es tener miedo pero encontrar un camino a través de él».