El otoño, para la mayoría de las empresas, es la temporada económico-financiera por excelencia. Es el periodo en el que se definen o pronostican los costes que habrán de afrontar en el ejercicio siguiente y se hace una previsión de las ventas. Lo deseable para cualquier empresa es que la planificación presupuestaria sea un ejercicio lo más preciso posible para que después no se produzcan consecuencias inesperadas al final del año.
En el actual panorama económico, marcado por la COVID-19, resulta muy difícil para las empresas en general poder pronosticar pedidos y costes, y en especial para las pymes que operan a nivel internacional, al estar sus operaciones expuestas a fluctuaciones monetarias y movimientos del mercado.
Para cualquier empresa con actividad internacional, la planificación temprana y la cobertura ante el riesgo cambiario son aspectos especialmente importantes. Por ello, con el fin de ayudar a las pymes a tomar las decisiones adecuadas de cara al próximo ejercicio financiero, Ebury, la fintech especializada en pagos internacionales e intercambio de divisas, focalizada en el sector pyme con actividad exterior, ha elaborado una guía con cinco pasos:
1. Estimar los costes y las ventas, también en moneda extranjera
Aunque se trate de una tarea compleja, cada empresa debe estimar sus costes fijos y variables previstos para el próximo año a partir de la experiencia acumulada o los pedidos existentes. Entre los costes deben figurar los alquileres, seguros, salarios y producción. Y el mismo ejercicio debería realizarse para los costes o ingresos que se esperan realizar en moneda extranjera.
2. Definir la estrategia para garantizar beneficios y costes
Tan pronto como se disponga del plan financiero aproximado para el próximo año, la empresa debería considerar la importancia del factor divisa, dado que los ingresos o gastos regulares en moneda extranjera están expuestos a movimientos en los tipos de cambio.
En este punto, el objetivo consiste en minimizar la volatilidad, lo que se logra con productos de cobertura que garanticen un tipo de cambio fijo para no tener sorpresas indeseadas al final del ejercicio. Una buena opción puede ser proteger el beneficio operativo por la vía de definir las ventas previstas en moneda extranjera y fijar el margen en función del tipo de cambio cerrado.
3. Fijar las tarifas presupuestarias
Se trata de definir el tipo mínimo de presupuesto o escandallo de referencia para las distintas monedas en función de la cotización actual. En relación con este punto, establecer un colchón del 5%, aproximadamente, puede ser bastante útil. Es decir, en lugar de fijar el tipo de cambio del euro al dólar estadounidense en el 1,18 actual, podría presupuestarse un tipo del 1,23 para mantener ese margen de seguridad o colchón. De esta manera, se define el tipo mínimo de presupuesto y cualquier movimiento negativo del tipo de cambio podría compensarse al menos parcialmente.
4. Definir la estrategia de cobertura
Con los objetivos definidos y el presupuesto establecido, en el departamento financiero deberían hacerse estas preguntas: ¿Qué movimientos monetarios cabe esperar? ¿Cuál es la perspectiva del sector industrial en la que operamos? ¿Son seguras las transacciones comerciales que realizamos? ¿Carecemos de datos empíricos para prever el riesgo? Muchas veces, la respuesta a estas preguntas resulta compleja, lo que aconsejaría ponerse en manos de un gestor especializado en el mercado de divisas. En el caso de Ebury, sus gestores de cuentas ayudan a las empresas a definir una estrategia de cobertura individual.
4. Asegurar un ajuste flexible
Contar con el asesoramiento de expertos, permite a las pymes centrarse en su negocio, con la tranquilidad de que serán los asesores quienes se encargarán de monitorizar continuamente el mercado y de aconsejarles realizar los correspondientes ajustes de estrategia en función de los acontecimientos.