Antes de que estallara la pandemia, los espacios de trabajo compartidos (coworkings) se perfilaban como una de las tendencias en el mercado. No solo parecía que cada vez más empresas y trabajadores freelance apostaban por estos lugares para teletrabajar, sino que los inversores tenían puestas muchas esperanzas en este modelo de negocio.
En España tenemos muchos ejemplos: Impact Hub Madrid abría su sexto espacio de coworking en el bario de Prosperidad, en enero; WeWork tenía cinco espacios en Barcelona, el año pasado; Talent Garden cerraba, también el año pasado, una ronda de inversión de 44 millones de euros para expandirse por el país, etc…
Según El Economista, la crisis del Covid ha afectado de forma muy diferente a estos espacios, de forma global. Mientras que los más pequeños no podrán enfrentar la caída de la demanda, la situación para loa más grandes puede ser muy distinta. Y no solo porque cuentan con una sólida estructura financiera que les ha dado margen estos meses, sino que el teletrabajo forzoso y alargado en el tiempo pueden convertirlos en espacios interesantes para socializar.
Actualmente, en nuestro país, el sector contaba con más de 1000 espacios el años pasado, que alojaban a más de 50.000 empresas y dan servicio a más de 500.000 negocios, según los datos de ProWorkSpaces.