El histórico acuerdo alcanzado en Bruselas el pasado 21 de julio para la reconstrucción de la economía en la Unión Europea, tras la irrupción del coronavirus, supondrá finalmente que España reciba un total de 140.000 millones de euros. Es el equivalente al 11% de nuestro PIB, de los que algo más de la mitad, 72.700 millones, serán para ayudas directas.
El fondo en términos totales tendrá los 750.000 millones de euros que se habían propuesto inicialmente aunque se rebaja en 110.000 millones el capítulo de ayudas directas: serán 390.000 millones para estas subvenciones y los 360.000 restantes en créditos.
Estas ayudas de la Unión Europea tienen una gran condicionalidad, no pueden usarse para cualquier cosa. De este modo, este dinero tiene que ser invertido, entre otras cosas en la digitalización de empresas , en creación de empleo y en la lucha contra el cambio climático.
Además, el grueso de la financiación se canalizará a través del fondo bautizado Facilidad de Recuperación y Resistencia, que repartirá el 90% de los fondos aprobados. Los gobiernos nacionales tendrán que presentar planes de recuperación y refuerzo de la economía que incluyan el uso de estos fondos y tendrán que contar con el visto bueno de los socios europeos. Estos planes tendrán que quedar aprobados en 2022 o, de lo contrario, no se repartirán todos los fondos acordados, lo que obliga al Gobierno de España a contar con una mayoría suficiente para aprobar esta normativa. A nadie se le escapa la dificultad para aprobar medidas de calado solo con un ejemplo: los presupuestos generales del estado no se han actualizado desde 2018, según asegura El Confidencial.
Posible inversión en el sector tecnológico
Recién aprobadas las ayudas, la pregunta está encima de la mesa. ¿Dónde podría invertir el Gobierno el dinero que le va a dar Europa? Lo cierto es que algunas pymes y algunos autónomos van a ser beneficiarios de este tipo de ayudas, así que vamos a analizar qué sectores pueden verse beneficiados.
Las energías verdes y el sector tecnológico deberían recibir un gran impulso con estos fondos comunitarios, ya que una de las condiciones que tienen las ayudas es que, entre otras cosas, se invierta en digitalización.
“Este fondo está pensado para dar un empujón a la demanda agregada pero las altas tasas de desempleo en España obligan a priorizar los proyectos que tienen capacidad de generar empleo”, asevera el investigador de Fedea Marcel Jensen, en declaraciones a Cinco Días, quien considera que, dado que el fondo europeo prioriza las inversiones verdes, además del desarrollo de energías renovables, el país podrá aprovechar esta puerta para “aumentar la eficiencia energética de los edificios” impulsando un ambicioso plan de reforma del parque de vivienda.
“Es una manera de utilizar el fondo y generar empleo en un sector, el de la construcción, donde existen dificultades desde la anterior crisis”, defiende. Eso pasa también por dedicar parte de los recursos europeos a formar a los trabajadores en este campo, explica. De hecho, el Gobierno ha diseñado ya un ambicioso plan de rehabilitación de vivienda con el que espera crear decenas de miles de empleos y que aspira a sufragar con fondos europeos.
En cuanto a las inversiones ligadas al ámbito tecnológico, Jansen cree que el destino claro de estas partidas es “la digitalización de las pymes”, a fin de permitir que aprovechen realmente el potencial de la importante infraestructura en redes con la que ya cuenta el país. La modernización de la propia administración pública, dice, es otro de los hitos a abordar con los fondos de la UE.
Los expertos coinciden en destacar, en todo caso, que la mejora de las infraestructuras será otro foco clave de las inversiones del fondo europeo. Solo Adif, que ejerce de motor de la inversión pública, tiene en cartera proyectos de 16.000 millones que aspiran a captar estos fondos.
La digitalización, clave
Pocos días antes de alcanzar el acuerdo, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, avanzaba en qué había que invertir para recibir estas ayudas. «El plan de recuperación convierte el enorme desafío al que nos enfrentamos en una oportunidad, no solo mediante su apoyo a la recuperación sino también invirtiendo en nuestro futuro: el Pacto Verde Europeo y la digitalización darán impulso al empleo y el crecimiento». Para percibir estos fondos, la UE siempre ha exigido «un compromiso claro de los Estados miembro de aplicar políticas económicas sólidas y un ambicioso programa de reformas».
Además, Von der Leyen también señaló que «el futuro de Europa radica en la inversión en los sectores y las tecnologías clave, desde la 5G hasta la inteligencia artificial, pasando por el hidrógeno limpio y la energía renovable marina».
Y es que la digitalización es fundamental para las pymes y los autónomos de España. Hasta marzo era una opción, ahora es una obligación, después de todo lo que ha supuesto la pandemia del COVID-19.
En su reciente informe ‘Los autónomos y la reconstrucción económica’, la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA) reconoce, por su parte, cuatro barreras para que el comercio electrónico cale en los pequeños negocios.
La primera es el tamaño de la oferta: sus catálogos no son lo suficientemente amplios y atractivos para competir en un entorno digital cada día más agresivo. El segundo problema es cómo comunicar su oferta diferencial una vez rota la ventaja competitiva de la proximidad tradicional del negocio físico. En tercer lugar, la falta de preparación técnica para crear tiendas online y el desconocimiento sobre posicionamiento SEO y SEM para aumentar la eficacia en las búsquedas. Por último, autónomos y pequeños comercios difícilmente pueden ofrecer la misma calidad de servicio y asunción de costes en materia logística frente a los gigantes digitales.
Lo cierto es que en España tenemos los dos extremos. Pymes con nulos conocimientos tecnológicos que necesitan modernizarse urgentemente y pymes vinculadas a startups que son todo un ejemplo en la optimización de las herramientas digitales. Acelerar la digitalización de las primeras va a ser una prioridad con estas ayudas que llegan desde Bruselas.