El sector de la automoción y más concretamente, el del automóvil, ha visto como tras varias décadas de avance sostenido y paulatino, ha tenido que ir acelerando cada vez más rápido y dando, en menos tiempo, esa vuelta de tuerca que le permita seguir compitiendo en el mercado.
Y es que, desde hace tiempo, ya no estamos hablando ni del diseño de los modelos, ni de la mecánica o electrónica incorporada, ni de los elementos de seguridad o los índices de siniestralidad. Poco a poco se pasó a hablar del tipo de combustión del vehículo ¿Gasolina? ¿Diesel? ¿Híbrido? ¿Eléctrico? ¿Pila de hidrógeno? ¿Solar? (centrado en las emisiones de CO2) … y en medio de este debate, llegaron el coche conectado y el carsharing, según el análisis que hace Pablo Martín, account manager de Devoteam.
Ya no se trata de mantener al cliente latente a través del servicio de posventa; sino de que la relación fluya, que se retroalimente por ambas partes (¡y se vea y valore en las RRSS!) propiciando un refuerzo de la imagen de marca … y fidelizando aún más para ganar cuota de mercado.
Por otro lado, el poder poner a disposición de tu cliente datos a través de sistemas IoT sobre el uso de su vehículo, sus necesidades de mantenimiento, sus hábitos de conducción, etc, dejó de ser la idea de un visionario para convertirse en una realidad. Además, se comenzó a integrar toda esta información con sistemas de analítica avanzada en lo que parecía ser la clave de una de las patas de este nuevo modelo, ‘El coche conectado’. Al digitalizar todos los procesos en una estrategia omnicanal, con el coche conectado se iban definiendo, cada vez más, los siguientes pasos en el sector.
Si hablamos de las grandes ciudades, veíamos que en muchas ocasiones surgían impedimentos en cuanto a la inversión que destinaban ciertos segmentos de la población (Especialmente gente joven o familias sin hijos) a la compra de automóviles y por tanto de ingresos para las marcas/grupos de concesionarios … hasta que llegó el carsharing, que parecía la solución perfecta para poner a nuestra marca en el escaparate como puntera y totalmente asociada a las nuevas tecnologías e incluso con nuevos modelos de aprovechamiento de recursos y sostenibilidad.
Problemas derivados del COVID-19
Con mayor o menor éxito en cuanto a rentabilidades, esta otra pata se ha ido consolidando y dando a conocer. Una vez más todo parecía estar encarrilado, pero (y siempre hay un pero) … llegamos al año 2020 y el COVID-19 nos coge en fuera de juego.
· Millones de personas quedan confinadas y los vehículos parados: Si no hay movimiento no hay datos, aún menos coche conectado.
· Las compras que aún están en proceso de finalización quedan suspendidas ante la incertidumbre venidera. Si para la rueda, suben los costes…. entonces, ¿Seguimos invirtiendo igual? ¿Seguimos fabricando al mismo ritmo? ¿Seguimos vendiendo igual?
· Compras ya finalizadas comienzan a acumular vehículos en los concesionarios que estos no pueden entregar y complican aún más la situación. ¿Quizá debamos innovar en las entregas de vehículos o en su almacenaje?
· Usuarios de carsharing empiezan a ver esta solución como un posible foco de riesgo. Entonces, ¿Cómo hacemos para recuperar la confianza en nuestros usuarios?
Estas y otras cuestiones surgieron y se establecieron en el panorama del sector del automóvil. Parece que la “nueva vuelta de tuerca” ya está aquí antes de lo esperado, pero ¿Cómo salimos de esta?
La solución no es aún clara ni sencilla ya que seguimos “carentes de normalidad”, pero se basa en adelantar tres-cuatro años el siguiente paso de la transformación digital. La solución pasa por potenciar aún más la omnicanalidad y abrir más (o adaptar) el sector del automóvil al sector retail.
Quizá aún no nos compremos un vehículo online, pero reservar un vehículo compartido sí que lo hacemos ¿no? Si tengo la garantía de que mi vehículo es seguro porque dispone de un sistema de eliminación de virus fiable y puedo saber dónde y cuándo se ha activado, ¿por qué no lo voy a usar?
¿Esto como lo puedo saber? “Con digitalización y con datos”, es decir, dando el siguiente paso en el “coche conectado” y, porque no, en el carsharing u otros modelos de pago por uso que pueda adquirir cuota en el mercado más allá de los típicos renting/leadis.
Parece claro que una vez más, unir la tecnología, los datos, la analítica avanzada, saber retroalimentarse de otros modelos de negocio y adaptarse al ambiente será clave en el sector. Estrategias que quizá estuvieran en el medio-largo plazo deban ser potenciadas y llegar antes de lo esperado para no quedarnos atrás. Sin duda, el sector del automóvil tiene un reto complicado por delante, del que seguro saldrán grandes ideas e innovaciones que marcaran el futuro del sector.