Aunque no hayas cometido ningún error en tus declaraciones a la Agencia Tributaria, ni tengas deudas con Hacienda, tu negocio puede convertirse en el siguiente objetivo de una de las inspecciones más temidas. La Administración ha aumentado la frecuencia e intensidad de su control y, por eso, de forma aleatoria, selecciona empresas para examinar los tributos del negocio en determinados ejercicios.
¿Sabías que no presentar la documentación y pruebas requeridas podrías incumplir con sus obligaciones contables? Para evitar multas de entre el 50 y el 100% sobre la base de la cuantía y prevenir los problemas financieros y de imagen que una sanción de este tipo ocasionaría a la empresa, hay que estar bien preparado.
Entre los documentos que los inspectores te puede requerir, se encuentran los siguientes:
- Declaraciones presentadas en ejercicios anteriores, así como las autoliquidaciones.
- Documentos contables, como libros, facturas, tickets y justificantes.
- Comunicaciones de información presentada por la empresa a la Agencia Tributaria o cualquier solicitud presentadas en relación con algún tributo.
- Archivos digitales e emails con trascendencia tributaria.
Está claro que llevar una contabilidad ordenada es tan importante como haber sido diligentes en lo que respecta a la conservación de tickets y justificantes. Pero no siempre es posible. Cuando la empresa crece ya no es el propietario el único que realiza compras, abona facturas o emplea la tarjeta del negocio. Comerciales, personal de mantenimiento y otros trabajadores en itinerancia realizan gastos en nombre de la empresa y sus facturas son enviadas al área contable, donde toda la información se registra, según informa Edenred.
Posibles errores humanos
Pero, como sucede en todo sistema no automatizado aparecen los errores. Las personas olvidamos los tickets en un mostrador, lavamos la ropa con ellos dentro, los perdemos o no los recogemos. En contabilidad, a veces se traspapelan los documentos, se mezclan los justificantes y se cometen errores al anotar los gastos e ingresos en los libros.
El resultado son unas cuentas que no cuadran y gastos injustificados. Ambas circunstancias hacen quedar mal a la empresa y, a la vista de una Inspección de Hacienda, la pueden poner en un aprieto.