El gigante de Redmond ha mantenido una estrategia clara con las actualizaciones de Windows 10. Por un lado tenemos los parches de seguridad, que llegan normalmente con una periodicidad mensual, y por otro lado tenemos las actualizaciones con nuevas funciones y mejoras, que llegan cada seis meses.
Esa dualidad ha permitido a Microsoft mantener al día los dos núcleos básicos de Windows 10, y adaptar el desarrollo del mismo a los desafíos que plantea el sector y que afronta actualmente el gigante estadounidense, pero los problemas se han vuelto cada vez más marcados y hemos llegado a un punto en el que el gigante de Redmond tiene, definitivamente, que plantearse un cambio.
Las tres últimas actualizaciones semestrales de Windows 10 han llegado con errores, y lo más importante es que ni siquiera la November 2019 Update, una actualización de calidad centrada en mejorar aspectos concretos del sistema operativo, como la seguridad, el rendimiento y la estabilidad, ha llegado libre de ellos.
Cuando una actualización de calidad llega con errores es cuando definitivamente se termina de hacer patente que algo no va bien en el ecosistema de pruebas que realiza Microsoft antes de liberar las actualizaciones de Windows 10, y queda claro que es necesario tomar medidas que pongan fin a esta situación.
Durante los últimos meses la compañía que dirige Satya Nadella prometió mejorar el proceso de verificación y de control de calidad de las actualizaciones, pero los resultados no han sido los esperados, y esto nos ha llevado a una situación en la que dichas actualizaciones siguen llegando en un estado imperfecto. Esto es malo para el usuario, que tiene que afrontar problemas que, en entornos profesionales, pueden costarle tiempo y dinero, y para la imagen de Microsoft.
Algunos se preguntan qué puede hacer Microsoft para resolver esta situación, pero creo que la pregunta es más bien qué debe hacer, ya que la solución no es para nada complicada. Ya lo hemos comentado en ocasiones anteriores, cambiar el ciclo de actualizaciones de un modelo semestral a un modelo anual daría más tiempo para realizar pruebas y permitiría, además, integrar más funciones y novedades de valor en cada actualización.
Puede que ni siquiera con ese modelo se logre la perfección, pero estoy convencido de que la calidad de las actualizaciones semestrales de Windows 10 mejoraría de forma significativa. Otras compañías, como Apple, siguen un modelo anual, y numerosas distros Linux mantienen ese enfoque de renovación cada año.