La Fundación Adecco presentó recientemente un informe sobre la penetración de profesionales mayores de 55 años en el mundo laboral, un trabajo cuyo propósito es visibilizar y generar conciencia sobre las grandes dificultades que siguen encontrando los profesionales más senior para acceder al mercado laboral y conservar su empleo.
Este trabajo recoge sus conclusiones de una encuesta, confidencial y anónima, a 160 profesionales de Recursos Humanos, de cara a identificar sesgos inconscientes y actitudes discriminatorias, combinada con otra encuesta a 600 desempleados mayores de 55 años. Todo ello utilizando como contexto los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA).
El desempleo crece, solo entre los seniors
Los desempleados de más edad constituyen uno de los segmentos más vulnerables de nuestro mercado laboral y las cifras así lo avalan: durante el último año, han sido el único grupo de edad que ha visto incrementar su número de parados, en contra de la tendencia.
Así, si 2018 se cerró con un 12% menos de desempleados que el año anterior, aquellos con edades comprendidas entre los 60 y 64 años crecieron un 3%, y los que tienen entre 65 y 69 años, un 30%. Fueron las mujeres las principales damnificadas por este incremento de desempleados, ascendiendo las citadas cifras a un 11% y a un 69%, respectivamente, frente al descenso generalizado del paro femenino (-11%), mientras que el desempleo entre los hombres de 65 a 69 años ascendió un 5%.
Entre las razones que subyacen tras este incremento de parados seniors podemos subrayar el envejecimiento poblacional -por una cuestión demográfica, cada vez son más los parados en esta franja de edad- o la cronificación del desempleo.
En este sentido, es significativo cómo muchos mayores pierden su empleo tras años en la misma empresa y se sienten desorientados a la hora de afrontar una nueva búsqueda, lo que alarga el tiempo que tardan en encontrar esa oportunidad laboral. Al mismo tiempo, una importante masa de seniors (fundamentalmente mujeres) siguen incorporándose al mercado laboral tras largos periodos de inactividad, para compensar los efectos de economías resentidas por los efectos a largo plazo de la crisis: devaluación salarial, disminución de ingresos y, en definitiva, pérdida de calidad de vida.
Así, pasan de la inactividad al desempleo de larga duración, debido, en primer lugar, a las dificultades y el desconocimiento a la hora de reciclarse profesionalmente, así como a la discriminación que experimentan. Por tanto, año tras año, no abandonan las listas del paro, sino que las van engrosando, acumulándose en las mismas cada nuevo ejercicio. Como muestra, un 58% de los desempleados mayores de 45 años es de larga duración, frente al 45% general.
Con todo ello, los desempleados mayores de 55 años ya representan el 13% del total, frente al 7% que suponían en 2008.
Según los datos de la EPA del primer trimestre de 2019, el 65% de los mayores de 55 años lleva más de un año en paro, cifra 20 puntos porcentuales superior a la media de todas las edades (45%).
El informe de la Fundación Adecco confirma esta realidad y, además, ha querido profundizar en cuán extensas pueden llegar a ser estas situaciones de desempleo de larga duración. Para ello, se ha preguntado a los participantes en la encuesta por el tiempo que llevan en paro, obteniendo llamativos resultados. En primer lugar, la situación más habitual es la que podríamos llamar “cronificación del desempleo extrema”. Así, un 43% de los encuestados supera los 4 años sin trabajar. Asimismo, un 11% lleva más de 2 años sin encontrar empleo y un 7% acumula entre 1 y 2 años en esta situación. Con ello, obtenemos que un 61% de los parados mayores de 55 años es de larga duración, cifra similar a la proporcionada por el INE.
Los prejuicios, el gran freno
Si nos adentramos en las causas por las que los seniors encuentran dificultades tan destacadas en el plano laboral, podemos subrayar fundamentalmente dos. Por un lado, es frecuente la desactualización de competencias. Tras perder su empleo de toda la vida o después de largos periodos de inactividad, se enfrentan a un mercado diferente al que conocían, con un gran desconocimiento en cuanto a las nuevas fórmulas de búsqueda de trabajo.
En este caso, Mesonero apunta la necesidad de “acompañar a los mayores de 55 años en su reciclaje profesional, dotándoles de habilidades, recursos y conocimientos para que puedan competir en el mercado laboral. El objetivo ha de ser equiparar a los mayores con los jóvenes en materia de formación, de modo que su experiencia se convierta en un valor añadido”.
Sin embargo, el gran freno lo constituyen los prejuicios y estereotipos tan arraigados en el plano social y empresarial. “De nada sirve empoderar a los mayores si luego se encuentran con un mercado laboral que les da la espalda”, recalca Mesonero.
Como dato a resaltar, un 83% de los responsables de Recursos Humanos no ha seleccionado a ningún mayor de 55 años durante el último año. La encuesta de la Fundación Adecco ha profundizado en cuáles son las causas que han llevado al seleccionador a descartar al profesional senior. Es significativo cómo 4 de cada 10 (40%) admite que la edad le genera dudas para el desempeño del puesto, alegando los siguientes motivos: “sus conocimientos estarán obsoletos” (75%), “tendrá una menor flexibilidad” (60%) “no encajará en una plantilla mayoritariamente más joven” (34%) o su absentismo será superior, debido a mayores problemas de salud (25%).
Por otra parte, un 45% destaca que no ha contratado a ningún senior porque no ha tenido oportunidad de hacerlo, al no haber recibido candidaturas de este grupo de edad. Y, por último, un 5% alega otros motivos por los que no ha incorporado a ningún trabajador mayor a su plantilla.
Según Mesonero: “Estas creencias son producto de prejuicios y estereotipos muy asentados en el imaginario social, que se trasladan a las empresas y dan lugar a la discriminación por edad. Sin embargo, son pensamientos anacrónicos que empobrecen a las organizaciones y a la sociedad en su conjunto, al desechar valores tan habitualmente presentes en los seniors como la experiencia, la madurez, la templanza o la fidelidad. Además, resulta un absoluto contrasentido discriminar a un trabajador maduro, en una sociedad en máximos históricos de envejecimiento en la que la fuerza laboral senior va a ser la dominante y en la que la edad de jubilación tiende a incrementarse”.
Los prejuicios a los que se enfrentan los mayores de 55 años tienen un impacto directo en su autoestima. Así, el 90% opina que su edad le perjudica en la búsqueda de empleo y admite sentir inseguridad cuando acude a las entrevistas de trabajo. De hecho, un 58% considera que no podrá volver a trabajar nunca.