Uno de los grandes problemas que precipitó la caída de muchas pymes la pasada crisis fue que los clientes no pagaban, y no se debió tanto a la caída del consumo. Pues parece que, aunque la situación ha mejorado levemente, la morosidad sigue siendo uno de los mayores problemas de las empresas, según datos del INE. De hecho, las demoras en los pagos son la tercera preocupación de los empresarios españoles. De ella se derivan problemas de flujo de caja e incapacidad para contratar nuevos empleados, incidiendo directamente en el PIB y el empleo nacional.
En total, el 16% de las empresas españolas contrataría a más personas si cobrase antes sus deudas, según el último Informe Europeo de Pagos, elaborado por Intrum, compañía líder en prevención y gestión de impagos. Una cifra que sitúa a España solo cuatro puntos por debajo del promedio europeo.
Según este estudio, las principales razones por las que no se reciben los pagos a tiempo van más allá de los problemas financieros y se centran también en la intencionalidad de no pagar. De hecho, el 21% de las compañías encuestadas señala los retrasos intencionados como la principal causa de contar con facturas vencidas en cierre contable.
Las multinacionales, las que demandan plazos de pago más largos
Los retrasos en los pagos pueden afectar por igual a empresas de todos los tamaños. Sin embargo, las pequeñas y medianas empresas son las que sufren más directamente los plazos de pago muy largos, con la vulnerabilidad que ello conlleva.
Así, el 68% de las pymes españolas afirma que son las multinacionales las que más alargan sus plazos de cobro, mientras que el 41% señala a las pequeñas y medianas empresas, y solo el 23% al sector público.
Esta situación hace que España sea uno de los tres países europeos con plazos de pago más largos para clientes corporativos (81 días), solo por detrás de Italia (87) y Portugal (83). Cifras alejadas de las de los países nórdicos como Finlandia o Letonia, donde tan solo tardan una media de 11 y 12 días en cobrar sus facturas de B2B.