Las cabinas de teléfono tienen los días contados. Y no de forma metafórica, aludiendo a esas cabinas que languidecen maltratadas en muchas de nuestras plazas, sino como consecuencia del real decreto que se prepara a aprobar el Gobierno de forma inminente.
Según comentan en «El Independiente», el ejecutivo de Pedro Sánchez firmará la orden para que a partir del próximo 1 de enero, las cabinas telefónicas de nuestro país pasen a convertirse en una reliquia más de nuestro pasado. En el nuevo articulado del reglamento que recoge las obligaciones de servicio público universal, quedarán fuera por primera vez tanto las cabinas, como los listines telefónicos.
Ante la falta de interés de las operadoras, a partir de esa fecha Telefónica tendrá libertad absoluta para ir retirando las unidades que considere oportunas al ritmo que se imponga la propia compañía.
Es decir, las cabinas no desaparecerán por completo de la noche a la mañana, sino que al dejar de ser de interés público, la operadora tendrá por primera vez la posibilidad de retirarlas justificándose exclusivamente en sus propios intereses.
El actual servicio universal garantiza que tiene que haber como mínimo un teléfono público en cada municipio de 1.000 o más habitantes, a los que se sumaría uno más por cada 3.000 habitantes. En España, según los datos de Telefónica, actualmente quedan unas 16.600 cabinas, apenas un tercio del máximo histórico de 55.000 teléfonos en la vía pública que se alcanzó en 1999.
De estas aproximadamente 12.000 son completamente deficitarias. De hecho se calcula que la multinacional española pierde cada año 3 millones de euros en el mantenimiento de esta red. Y no solo. Como explica la propia compañía, aproximadamente la mitad de las que están instaladas no han cursado nunca una llamada. Ni una sola llamada. Never. Rien. Niente.