Italia quiere cerrar las tiendas en domingo. Y hay reacciones para todos los gustos. La propuesta, lanzada por el vicepresidente Luigi di Maio, ha puesto en pie de guerra a comerciantes y a usuarios, mientras que los sindicatos la aplauden.
«Somos contrarios al cierre de los negocios los domingos, porque además de perjudicar a los ciudadanos que aprovechan este día para hacer la compra, también penalizará a los comercios que en determinados municipios hacen caja el fin de semana», dijo el abogado Carlo Rienzi, presidente de la asociación de consumidores Codacons.
En la misma línea el presidente de Federdistribuzione, la asociación que reúne a las empresas distribuidoras, Claudio Gradara, ha opinado que «el domingo es ya el segundo día de la semana, tras el sábado, en el que muchos comercios ingresan más» y por tanto «imponer por ley el cierre dominical tendría un efecto negativo en el consumo».
Di Maio, que es también líder del antisistema Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y ministro de Desarrollo Económico, ha dicho que antes de final de año el Gobierno italiano, formado por su partido y la ultraderechista Liga, aprobará una normativa que impondrá el cierre de los centros comerciales y de los negocios los domingos y festivos.
El proyecto prevé sin embargo, que siempre haya un número mínimo de tiendas abiertas que permitan realizar las compras: «Habrá un mecanismo de rotación que consentirá a un 25% de las tiendas abrir por turnos», adelantó.
De aprobarse, la ley pondría fin a la liberalización de horarios aprobada en 2011 durante el Gobierno de Mario Monti, que autoriza desde entonces a las tiendas a decidir si abrir los domingos y festivos y en qué franja horaria. Para Di Maio, es necesario una regulación de los horarios de apertura y cierre y un control sobre las tiendas que abren los domingos y festivos, para que la libertad de horarios deje de perjudicar a las familias italianas.