Viajar en avión amenaza con convertirse en la peor forma de viajar. Los sufridos viajeros no sólo sufren a diario las políticas arbitrarias de aerolíneas que día sí, día también hacen lo posible por fastidiar al personal, sino que cada vez más, se ven obligados a aguantar todo tipo de «numeritos» en cabina. Hay de todo: pasajeros que beben más de la cuenta y la lían; pasajeros que se pelean por un asiento en concreto y la lían; pasajeros a los que invitan a abandonar la aeronave por overbooking… y sí… la lían.
Este tipo de situaciones han pasado en los últimos años de ser meros casos aislados, a convertirse en un problema. Es lo que la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) empieza a calificar como «Pasajeros Disruptivos». Las molestias que provocan estos pasajeros no sólo ponen en una situación de estrés al resto de la cabina, sino que normalmente se traducen en retrasos en los vuelos con todo lo que ello conlleva.
En España la AESA tuvo que lidiar con 441 pasajeros conflictivos en 2016 y 538 en 2017. Por nacionalidades, los más complicados son los británicos, seguidos a cierta distancia por los propios españoles. Con estos datos en la mano, AESA ha recordado que este tipo de comportamientos pueden sancionarse con multas de hasta 5.000 euros.
En este sentido, la agencia ha informado que solo el año pasado se multaron a 326 personas, por un importe total de 221.325 euros. Además de las multas, el organismo público también ha explicado que en caso de que la gravedad de las acciones de un pasajero obliguen a desviar el rumbo de un vuelo, el coste de la operación deberá ser asumido por el mismo.