Todos tenemos una imagen de nosotros mismos en nuestro trabajo. Algunos se sienten líderes, empáticos, con capacidad para escuchar. Otros creen que son los mejores trabajando en equipo, siempre dispuestos a echar una mano cuando se les necesita. Hay personas que se saben eficaces, trabajadores incansables de primera a última hora y otras creen que se les valora por su creatividad y punto de vista único a la hora de resolver problemas.
Pero en esta historia siempre hay dos puntos de vista. El del que percibe y el del que es percibido. Porque no siempre la idea que tenemos de nosotros mismos, coincide con la imagen que de nosotros tienen los demás. ¿Qué proyectamos y cómo somos percibidos en nuestra empresa? ¿Están esas dos imágenes alineadas o al contrario hay una distorsión que debemos corregir?
Es lo que analizan esta semana en HBR, publicación que además nos propone una herramienta de auto-diagnóstico que nos va a ayudar a entender qué imagen proyectamos en nuestro espacio de trabajo y qué necesitamos cambiar, si es que necesitamos cambiar algo. El método es sencillo:
Selecciona a cinco personas
Escoge cinco personas que creas que te conocen bien. Jefes, compañeros de trabajo, antiguos compañeros con los que has trabajado en otras empresas o incluso, personas de tu competencia con las que tengas confianza.
Si además de en el trabajo te conocen fuera del ámbito laboral, mucho mejor. Intenta decantarte por personas a las que no les de miedo hablar con franqueza, que sean capaces de decirte las cosas tal y como las sienten.
Organiza una reunión personal con cada una de ellas
Antes de reunirte con esas personas, déjales muy claro que todo lo que te digan va a ser estrictamente confidencial y que además, hablarás con más personas para recabar su opinión sobre determinados temas.
De esta forma se sentirán menos presionados y más propensos a hablar abiertamente con nosotros. Intenta que la petición que les vas hacer sea todo lo personal que te sea posible, preferiblemente en persona. Hazles ver que es algo importante para ti.
Las dos preguntas clave
En las reuniones que vas a mantener con las personas que has seleccionado previamente, limítate a hacer las dos siguientes preguntas:
- ¿Qué percepción general tienes de mí?
- ¿Qué podría hacer de forma diferente para tener más éxito en mi trabajo o en mi carrera?
Dependiendo de la persona que tengas delante las reacciones pueden variar. Habrá algunas que te den respuestas vagas y de compromiso y otras que te abrirán los ojos y te harán ver las cosas de forma diferente. Si la persona que tienes delante se siente incómoda, puedes cambiar el tono de la pregunta, relacionándola con tu posición en el trabajo o sobre un proyecto en concreto.
Gestiona tu reacción
Resiste la tentación de «tener que justificarte» o explicarte. No defiendas tus actos o muestres decepción por lo que estás escuchando.
Recuerda que a medida que hablan, tus entrevistados estarán midiendo el efecto que causan en ti sus palabras y si notan que te sientes incómodo o enfadado puede que no acaben de decir lo que realmente a ti te interesa oír.
Al finalizar todas las entrevistas analiza el feedback que te han proporcionado y analiza si hay temas que se repiten, «quejas» que son comunes o elementos concretos que te hacen reflexionar.
Si el feedback que obtienes está alineado con la imagen que tu crees que debes proyectar, entonces es que estás haciendo bien las cosas. Si no es así, está claro que necesitas un cambio. Tienes en tus manos información que antes no tenías y ya sabes por dónde empezar. ¿Qué tal si te lo propones como uno de tus objetivos para 2018?
