La tradición de los regalos de empresa regresa con más fuerza que nunca. Una costumbre que prácticamente había desaparecido en el último decenio. Las cestas de Navidad, los jamones, las cajas de botellas de vino volverán a ser imagen habitual en calles y medios de transporte. Un motivo de satisfacción para unos y, por qué no decirlo, de envidia sana para otros, mientras ha cobrado forma en España en los últimos años el establecimiento de códigos de conducta para delimitar la frontera entre el detalle de una empresa y lo que roza el soborno.
Lejos quedan los tiempos de la anterior burbuja económica, en los que gran parte de los regalos de empresa no llegaban a verse por las calles porque se entregaban directamente en el domicilio del agasajado. Bicicletas estáticas, cestas que casi valían su precio en oro, cajas de vino gran reserva de un valor desmesurado. Regalos que llegaban a sonrojar al propio destinatario.
Tampoco se trata de hacer un regalo como el de George Clooney hace cuatro años, cuando invitó a sus 14 mejores amigos y les entregó un maletín con un millón de dólares cada uno. Pero es cierto que algo ha cambiado en cuanto a la percepción de esta costumbre social.
Tanto que la propia Ley de Transparencia y Buen Gobierno de 2013 establece que los altos cargos de la administración no aceptarán regalos que “superen los usos habituales”. Esta misma filosofía se ha abierto paso entre las empresas privadas, que también han puesto coto a la exuberancia en este tipo de detalles.
En unos casos, las empresas repudian en su ideario de buen gobierno los regalos que puedan influir en una decisión empresarial o detalles que puedan comprometer la objetividad propia o ajena o influir en el proceso de toma de decisiones en el que intervenga el receptor. Está claro que hay detractores de esta práctica social.
MuyPráctico, la sección que pretende establecer pautas sobre distintas actividades en la gestión de las empresas, ha establecido una serie de determinantes que no se deben pasar por alto a la hora de planificar los regalos de empresa. Sin olvidar el papel de las nuevas tecnologías en el mundo actual.
- Cestas, jamones y vino. Estos son los tres grandes clásicos regalos que se han abierto paso en el mundo de la empresa desde mediados del siglo pasado. Regalos que garantizan el acierto.
- Gadgets tecnológicos. El mundo ha entrado en una vorágine tecnológica imparable. Los expertos dicen que las gafas de realidad virtual o los relojes inteligentes están haciendo furor este año como regalos.
- El regalo personal. Se han convertido también en un clásico en los regalos de navidad. Una corbata, una pluma o una cartera para hombre, o un bolso, un fular o un monedero para una mujer pueden tener un sentido más intimista.
- Aceite de lujo. Es uno de los regalos que se ha abierto paso en los últimos años. Tiene la ventaja de que podrán disfrutarlo todos los miembros de la familia, algo que no siempre sucede con otras fórmulas de obsequio, como el vino.
- Clientes, proveedores y empleados son los principales destinatarios de los regalos de empresa. Los expertos en recursos humanos advierten que es una política muy positiva el regalo de empresa a los empleados, porque les hace sentir más integrados y apreciados.
- La elección. Es muy importante el acierto en el regalo que se elige. Los creadores de la app Caramba! en la que el usuario sube los productos que necesita, aseguran que el año pasado se hicieron más de 11 millones de regalos no deseados por valor de 000 millones de euros.
- Fidelización. La principal función del regalo de empresa es lograr la fidelidad de los clientes y fortalecer la sensación de identidad del empleado con la compañía. Y este objetivo requiere mucha vista. Según un informe de la consultora Deloitte, el 40% de los españoles prefieren regalos diferentes a la tradicional cesta.
- Deducción fiscal. Las “liberalidades” que realice una empresa no son deducibles en el Impuesto sobre Sociedades, pero una de las excepciones son “los gastos que con arreglo a los usos y costumbres se efectúen con respecto al personal de la empresa”. El límite es el 1% de la facturación de la sociedad y el impuesto sobre el valor añadido (IVA) no es deducible.
- La línea roja. La Ley de Transparencia establece como principio de actuación para los componentes de la administración pública que “no aceptarán para sí regalos que superen los usos habituales, sociales o de cortesía, ni favores o servicios en condiciones ventajosas”. Las empresas privadas también han trasladado a su código ético este principio de buen gobierno corporativo.
- Existen muchas empresas especializadas en pedidos de regalos de a gran escala. Las compañías tienen que decidir el presupuesto que van a destinar a los mismos y elegir qué tipo de obsequio quieren para su empleados o clientes. Sólo hay que buscar en Internet y se encontrarán empresas que harán fácil la elección de proveedor.