Dormir bien es vital. Está más que demostrado que el cuerpo humano necesita una media de entre 7 y 8 horas de sueño diario para reponer energías y afrontar el nuevo día de forma productiva. El mensaje, que llevan repitiendo los médicos desde hace décadas ha calado en la población durante los últimos años coincidiendo curiosamente con el lanzamiento de wearables que miden la calidad del sueño.
Pulseras inteligentes que son capaces de determinar cuántas horas dormimos cada noche, cuántas veces nos despertamos e incluso la calidad de esas horas, distinguiendo los más avanzados entre fases REM y NO REM. Y sin embargo como ha determinado un reciente estudio publicado por el «Journal of Clinical», el uso de estos dispositivos podría ser contraproducente.
Y no porque el uso de wearables para medir el sueño sea negativo por sí mismo, sino porque cuanta más información proporcionan, más preocupa a determinados usuarios cómo interpretar esos datos y de qué forma mejorar la forma en la que duermen.
En su forma más «extrema» esta preocupación se traduce en un fenómeno nuevo y que ya ha sido bautizado como «Ortosomnia» (la forma correcta de dormir). Como en el caso de las personas que se «obsesionan» por comer de forma sana (Ortorexia) y como consecuencia, acaban por empeorando la forma en la que se alimentan, los que sufren de ortosomnia se preocupan tanto por la calidad de su sueño que acaban durmiendo peor.
Este trastorno del sueño ha sido verificado a raíz del aumento de pacientes que acuden a consultas médicas preocupados por los datos que les proporcionan sus wearables y que al hacer todo lo posible por dormir mejor, registran periodos de insomnio.
Como siempre, en MuyPymes aconsejamos un uso orientativo de estos dispositivos que en muchos casos, no han sido capaces de demostrar su validez científica.