Los efectos de la crisis económica han provocado una profunda transformación en el mercado laboral español. La más significativa de las modificaciones ha sido el desplome en el empleo en el sector de la construcción. Si antes de la crisis el 13,2% de los trabajadores españoles estaba enrolado en esta actividad, este porcentaje se ha reducido a menos de la mitad, hasta el 5,9%. La ocupación en este sector llegó a sufrir un descalabro del 60% durante la fase más aguda de la crisis.
Los sectores de la actividad que han ganado más peso están relacionados todos ellos con el sector servicios. El conjunto de actividades como las de hoteles y restaurantes, transporte, almacenamiento y comunicación, educación y sanidad y servicios sociales ha registrado un incremento de 7,5 puntos porcentuales, para pasar del 24,5% al 32%.
La crisis económica supuso la pérdida de cuatro millones de puestos de trabajo entre los años 2008 y 2013, lo que explica la bestial crisis económica que hemos atravesado gracias, en buena parte, a los delirios de grandeza de algún iluminado que convirtió el sector de la construcción en una especie de barra libre para todo tipo de desmanes.
El Banco de España señala que aunque España ha recuperado los niveles de renta previos a la crisis, aún se encuentra un 10% por debajo en niveles de empleo. Y lo que no dice es buena parte de los nuevos empleos tienen remuneraciones de chiste y en las ocasiones en que los sueldos no han hecho perder la dignidad, la rebaja de salarios ha sido escalofriante.
La autoridad monetaria española llega a una conclusión no menos escalofriante: “A futuro, ha de ser precisamente un mayor nivel de formación de las nuevas generaciones el factor que permita el trasvase de empleo hacia actividades que lleven asociado un mayor nivel de productividad. Por ello, es crucial la mejora de la calidad del sistema educativo”. Tras los recortes realizados en los últimos años para estos menesteres, no parece que este vaya a ser un vaticinio fiable, sino un auténtico canto de sirena.
