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Jueves, 21 Noviembre 2024

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El fraude también emprende: cinco startups españolas que han dado la nota

Triunfar con una startup no es fácil. Casi ninguna lo consigue de hecho. Porque no basta con innovar o proponer un modelo de negocio original, sostenible y con capacidad para crecer. También y muchas no lo tienen tan claro, hay que cumplir con las reglas. La legislación vigente puede convertirse en un muro difícil de escalar para algunas empresas, que con la premisa de una idea innovadora, capaz de «cambiar el mundo» acaban por adentrarse en un terreno pantanoso del que no siempre es fácil salir.

La última en experimentar en sus propias carnes el alcance del largo brazo de la ley ha sido la cooperativa de facturación de trabajo asociado Factoo, pero en los últimos años ni mucho menos ha sido la única.

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Factoo – Nosotros te facturamos y tú no te das de alta

Para muchos profesionales independientes, especialmente en el caso de los freelancers que trabajan de forma puntual y cuya facturación no es muy elevada, darse de alta como autónomos puede ser un problema. Su falta de ingresos recurrentes complica que puedan cumplir con las obligaciones fiscales que se derivan de su alta en el RETA, por lo que muchos deciden pasarse al campo de la economía sumergida.

Desde hace un par de años, las que ya se conocen como «Cooperativas de facturación o de trabajo asociado» se presentan como la solución para este tipo de profesionales. Este tipo de empresas se presentan como plataformas que facturan en representación de sus socios, de modo que estos pueden facturar sin tener que darse de alta como autónomos.

La figura se concibe en principio como una buena forma de gestionar las facturas de un grupo de profesionales que efectúen un mismo proyecto o que trabajen en el mismo sector y que lo hagan de forma puntual. No es este el caso de Factoo. No al menos para la inspección de trabajo. Según cuentan en «El Confidencial» la empresa fundada por Chema Escrivá se servía de esta figura legal como paraguas para los más de 16.000 socios de la plataforma. Socios de todo tipo de sectores, que por supuesto no se conocían entre ellos y que de ninguna forma se puede establecer que trabajen en el mismo proyecto.

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En este sentido la inspección que se inicia en noviembre de 2016 determina que Factoo actúa al margen de la Ley de Cooperativas y es en realidad un instrumento que ha permitido a sus miles de asociados esquivar sus obligaciones como lo que considera que son en realidad, trabajadores por cuenta propia, es decir, autónomos, que prestan sus servicios profesionales a terceros.

Como consecuencia, la Tesorería General de la Seguridad Social está remitiendo a todos estos socios un documento en el que reclama cuotas atrasadas del régimen de autónomos y un recargo del 20% en concepto de demora por no haberse dado de alta en el momento en que se produjeron los trabajos.

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Gowex – El WiFi público que falseaba sus cuentas

Han pasado tres años desde que Gowex, la compañía dirigida por Jenaro García, diera la campanada al conocerse el estado real de sus cuentas.

La empresa, ensalzada por muchos como lo mejor de la «Marca España» despuntaba en el panorama tecnológico de nuestro país al haberse convertido en el principal suministrador de conectividad WiFi en espacios públicos y abiertos, llegando a acuerdos con ayuntamientos como el de Madrid, Nueva York, Tel Aviv, Helsinki o Hong Kong.

Tras su salida al MAB (Mercado Alternativo Bursátil) su progresión parecía imparable, pero un informe publicado a mediados de 2014 por Gotham City Research advertía a los inversores que los beneficios reales de Gowex eran únicamente un 10% de los que la empresa reflejaba en sus documentos oficiales.

Además alertaba sobre otras irregularidades como que el 90% de los supuestos beneficios provenían de orígenes no declarados, o que aunque la empresa anunciaba que tenía una red de más de 100.000 puntos de acceso WiFi en todo el mundo, en realidad sólo contaba con poco más de 5.000 puntos de conexión.

Si bien al principio Gowex negó la veracidad de dicho informe, la sucesión de noticias obligó al MAB a suspender la cotización de la compañía, que ya no se recuperaría del desastre. Días después del escándalo, Jenaro García dimitía como presidente de la empresa, reconociendo además que las cuentas de al menos los últimos cuatro años, “no reflejan su imagen fiel” y se atribuía la “autoría de esta falsedad”.

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EsLife: falsos autónomos y precariedad laboral

Al calor de la conocida como economía colaborativa, en 2012 nacía EsLife, plataforma de servicios de limpieza a domicilio, auspiciada por el emprendedor valenciano Richard García.

Siguiendo el modelo de otras plataformas como Get Your Hero o Wayook, la labor de EsLife consistía básicamente en actuar como intermediaria entre los trabajadores de limpieza y los usuarios, cobrando una comisión por cada servicio. La empresa contaba con el apoyo de aceleradoras como Plug&Play o Lanzadera y en sus primeras etapas de vida consiguió levantar casi un millón de euros en cuatro rondas de inversión.

Para la empresa todo iba razonablemente bien hasta que a finales de 2015 la inspección de trabajo se presentó ante sus puertas. Los inspectores determinaron que la viabilidad de la empresa dependía exclusivamente de una plantilla de trabajadores que estaban «contratados» bajo la figura del falso autónomo, dejando en manos de estos el cumplimiento de sus obligaciones tributarias.

La inspección también determinó que la falta de supervisión por parte de EsLife sobre la situación fiscal de los limpiadores profesionales y su incapacidad para comprobar que estos cumplían con sus obligaciones con la Seguridad Social precipitaría el cierre de la misma, hecho que se consumó pocos meses después de dicha actuación.

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ZED Worldwide- El escándalo financiero de los Dolset

De lo que ha ocurrido con ZED en los últimos meses podría escribirse el guión para una buena película. Solo así se explica que una de las «niñas bonitas» del panorama tecnológico español, responsable del desarrollo de videojuegos de éxito como Commandos o películas de animación aclamadas a nivel internacional como Planet 51, haya visto entrar en la cárcel a uno de los fundadores de la compañía, Javier Pérez Dolset.

El escándalo se materializó el pasado 29 de junio, cuando el juez de la la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón acordó el envío a prisión provisional sin fianza de Dolset, por su presunta implicación en la insolvencia punible de la compañía.

En la causa contra ZED, impulsada por la fiscalía anticorrupción hay prácticamente de todo: fraude en el uso de subvenciones públicas, vaciado ilícito de fondos de la empresa, concesión irregular de créditos blandos, relaciones comerciales más que sospechosas con magnates rusos, obstrucción a la entrada de nueva inversión en la empresa y un largo etcétera que por su extensión no detallamos en este artículo.

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Zetta: el iPhone extremeño con acento chino

Mucho más cándido y naïf es el caso de Zetta, una pequeña empresa extremeña que utilizó «lo mejor de la picaresca» española para dar gato por libre con un móvil que ni mucho menos era lo que decía ser.

La empresa radicada en Zafra, se dedicaba en un principio a lo que muchas otras: vender móviles de la marca china Xiaomi, añadiéndole un cierto toque de personalización en el dispositivo para hacerlos más atractivos para el consumidor español. Y hasta ahí todo bien.

El problema surge cuando dicha empresa empieza a hacer apariciones en distintos medios de comunicación, asegurando que el diseño del smartphone es 100% extremeño y que aunque se encargaban los distintos componentes a fábricas chinas, todo el ensamblado se llevaba a cabo en España.

Esto les valió el reconocimiento de entre otros organismos de la propia Junta de Extremadura que reconoció el valor innovador y emprendedor de estos jóvenes españoles. Pero la mentira en ocasiones tiene las piernas muy cortas. A los pocos meses de dicho reconocimiento, varios usuarios dieron la voz de alarma. Ni el móvil había sido diseñado en España, ni los propietarios de Zetta Phone habían hecho algo más que poner su pegatina (la famosa bellota mordida) en la parte trasera de los terminales que vendían.

Además se descubrió que muchas de las especificaciones que teóricamente incluía el teléfono (pantalla Gorilla Glass, sonido JBL, sistema operativo propio, etc.) eran mentira, cobrando por el terminal un sobreprecio que se estima en un 600%. Descubierto el fraude y tras una tímida defensa inicial, los chicos de Zetta cerraron tanto su web como la tienda y actualmente se enfrentan a varias demandas por fraude.

 

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