Aún no hemos terminado de saborear en toda su dimensión la salida de la crisis más larga de la historia, cuando España afronta un nuevo desafío, la falta de lluvia. La primera alerta se lanzó cuando se constató que las temperaturas medias habían subido entre dos y tres grados respecto al promedio, según las diferentes zonas. Ahora, el fantasma de la sequía vuelve a planear sobre la maltrecha renta de las familias.
La caída en la generación de energía eléctrica a través de saltos hidráulicos va a despertar la amenaza del encarecimiento de la factura de la luz. El Gobierno ha negado que vaya a producirse un encarecimiento de la luz, un pronunciamiento que ya ha puesto en guardia a muchos. Más del 14% de la energía que consumimos es de origen hidráulico.
La segunda mayor amenaza de la sequía es el encarecimiento de los alimentos frescos, como consecuencia del descenso en la producción agraria. Tomates, patatas y la amplia variedad de hortalizas y verduras se van a ver inmersas en el encarecimiento de los precios. Los embalses se encuentran en esos momentos sólo al 55% de su capacidad, la friolera de veinte puntos por debajo de la capacidad que tenían 12 meses antes.
Está claro que la electricidad y los alimentos provocarán una subida de los precios. La vivienda pondera un 12,51% en la cesta del IPC español. Los alimentos, el 18,74%. Así que un tercio del nivel de los precios se encuentra amenazado por la enorme sequía que vivimos. A este planteamiento habría que sumar los hoteles, cafés y restaurantes, que van a verse obligados a subir sus precios y que representan el 11,60% de los elementos que contribuyen al índice IPC.
Segunda ronda
El problema de la sequía y la inflación es una cuestión que se retroalimenta con el paso del tiempo. Una vez que sube la inflación, los precios se sitúan a las puertas de lo que se denominan efectos de segunda ronda. Esta es la repercusión de la primera ola de alza de precios en los siguientes meses a servicios como el transporte, las comunicaciones.
Estas son las bestias negras de la sequía en España y su nefasta influencia sobre los precios de bienes y servicios en los próximos meses.
El gran damnificado
El campo se ha convertido en el sector de la actividad económica más afectado por la actual situación de falta absoluta de agua. La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) ha estimado en 1.600 millones de euros las pérdidas en cosechas hasta el momento. El Gobierno se ha limitado hasta el momento a ofrecer a los campesinos los aplazamientos en el pago de las cuotas a la Seguridad Social y unos préstamos por importe de 90 millones de euros que concedería la sociedad Saeca. Noventa millones para paliar pérdidas calculadas de 1.600 millones de euros.
La situación actual es muy delicada y exige también la solidaridad de los ciudadanos a la hora de administrar el grifo de la ducha todos los días, cuando se cepillan los dientes o, simplemente, cada vez que se lavan las manos.