Las pymes se han convertido en uno de los sectores más castigados por la última crisis económica. Ahora que la economía comienza respirar, el balance para el tejido empresarial español no ha podido ser más desalentador. Desde el año 2008, las entidades financieras han reducido en nada menos que 107.000 millones de euros el saldo de préstamos que mantienen con estas empresas.
Las razones no recaen exclusivamente en el estrangulamiento de la liquidez que se produjo con el derrumbe del negocio inmobiliario. La estrategia del mismísimo Banco Central Europeo no ha podido ser más ineficaz. La autoridad monetaria europea desencadenó una bajada de los tipos de interés y no sólo eso, comenzó a dar manguerazos de dinero a espuertas al sistema crediticio. En un primer momento multiplicó sus préstamos directos a bancos y cajas para después inyectar los fondos a través de la compra de deuda de empresas.
La institución que preside el italiano Mario Draghi tenía un objetivo, que esos fondos casi ilimitados fluyeran hacia empresas y familias. Nada más lejos de la realidad. Las entidades han preferido prestar el dinero al Estado mediante la compra de deuda pública. En cuanto a las empresas, sólo las grandes corporaciones han recibido parte del pastel europeo del dinero.
«Los bancos han aprovechado fondos del Banco Central Europeo cuando los compraban al 1% o al 2% para invertir en deuda, en letras del Tesoro o bonos del Estado, que remuneraban al 3% y al 4%», comentan fuentes del mercado de capitales madrileño. En el caso de las empresas, las entidades han preferido prestar a las grandes, porque presentan un riesgo muy bajo de impago, al tener unas finanzas saneadas y unas calificaciones crediticias muy elevadas por parte de las denominadas agencias de rating.
Las pymes se han quedado compuestas y sin novio en estos casi diez años. El crédito a empresas no inmobiliarias, entre las que se encuentran las pymes, se ha reducido desde los 547.000 millones de euros de 2008 hasta los 440 del tercer trimestre del pasado ejercicio, según el informe Situación de la Banca, de BBVA Research.
Eso supone que la financiación a las empresas de base de la economía productiva se ha reducido casi en un 20%. En este periodo, el crédito al sector privado (empresas y familias) se ha reducido nada menos que en 594.000 millones de euros.
Las dificultades de acceso a la financiación ha provocado un potente movimiento de búsqueda de fuentes de financiación por parte de las pymes, hacia fórmulas que van desde el crowfunding hasta el direct lending, pasando por los préstamos de sociedades de capital riesgos. Estos vehículos de préstamos no funcionan por amor al arte. Los tipos de interés se pueden acercar al 7% o más, con lo que las ganancias son mucho mayores que en el caso de empresas solventes.