Japón tiene un problema con su cultura laboral. Y lo sabe. El hecho de que cada año según las cifras oficiales 2.300 personas mueran en su puesto de trabajo como consecuencia del estrés y las innumerables horas extra, ha disparado todas las alarmas. Lo que se conoce como «Karoshi» (muerte por exceso de trabajo) ha llevado a las autoridades niponas a mover ficha y a intentar obligar por Ley que los japoneses trabajen menos.
El primer paso para conseguirlo, es lo que ya se conoce como «Premium Friday». O lo que es lo mismo, incentivar a empresas y trabajadores a que el último viernes de cada mes, salgan a trabajar a las 15.00 horas, de modo que puedan disfrutar de un fin de semana más relajado en compañía de sus familias.
El próximo 24 de febrero se convertirá en la prueba de fuego del nuevo sistema. En primer lugar porque será la primera vez que los japoneses puedan decidir voluntariamente irse a casa antes de tiempo. En segundo término, porque aunque la iniciativa es interesante, lo cierto es que no es obligatoria y tal y como explican en «El Mundo» poco más de 1.000 empresas han suscrito un convenio en el que de momento ni siquiera figura el ministerio que lo ha impulsado.
Es de esperar que la nueva medida sea abrazada principalmente por empresas extranjeras que tienen presencia en Japón y que de hecho, llevan tiempo alentado medidas similares, como animar a los trabajadores a utilizar todos sus días de vacaciones (de media sólo utilizan la mitad), o apagar las luces de las oficinas a partir de una hora determinada, impidiendo que se siga trabajando.
El último caso de «Karoshi» que ha conmocionado al país ha sido el de Matsuri Takahashi, una joven que se suicidó al no aguantar más la presión que padecía en la empresa publicitaria Dentsu, donde llegó a contabilizar 105 horas extra al mes.