Menos competitivas frente a las grandes empresas. Es uno de los principales efectos adversos que ha tenido la crisis económica para las pequeñas empresas españolas. Así se detalla en el Barómetro B4 de IESE, Informa D&B y Back To Basics Management, que analiza los estados financieros de 1,2 millones de empresas entre 2007 y 2014.
El tamaño y la estructura de las empresas han influido en su capacidad de respuesta y adaptación ante la crisis. Por otro lado, las empresas grandes han sido capaces de reaccionar con mayor rapidez y se han mostrado más elásticas a las fluctuaciones del mercado, mientras que las pymes se han visto penalizadas por su propia falta de estructura y de medios a la hora de tomar decisiones rápidamente.
Así mientras la facturación de las grandes empresas se ha mantenido a lo largo de este periodo, la de las pequeñas y medianas empresas ha descendido un 32%. Y es más, las grandes incluso han logrado paliar la caída de sus ventas al ocupar una parte (el 10%) del negocio de las pequeñas. De la misma forma, dimensión de la empresa también ha afectado a la destrucción del empleo.
De hecho, mientras que en las grandes empresas la plantilla media ha aumentado en un 7%, en las pymes ha caído un 27%, es decir, 1,5 millones de personas. Pese a todo, en todos los segmentos de estudio se ha producido un incremento de las retribuciones medias por empleado por debajo del IPC, con un promedio de crecimiento anual de un 1% para las pymes frente al 2% para las empresas grandes. No obstante la diferencia de retribuciones anuales entre empresas grandes y pequeñas, que se situaba en 10.000 euros anuales en el ejercicio 2007, ha crecido otros 2.000 euros anuales en 2014.