Un día llegarás a tu empresa y tu jefe te comentará, sin darte demasiadas explicaciones, que sobras. Acabas de ser sustituido por un robot, por un programa de inteligencia artificial que no sólo trabaja igual que tú, sino que trabaja mejor. Y no se cansa. Y no le pagan. Y no es ninguna broma. Es algo que sí o sí va a pasar. Cuánto tardaremos en verlo es otra cosa. Pero lo cierto es que la división tradicional de nuestro día a día, el número de horas que permanecemos en el trajo, etc. va a acabar cambiando.
Este ha sido uno de los grandes temas de debate del último Fortune Brainstorm Tech en una conferencia protagonizada por la directiva de Starbucks y CEO de Hearsay Social, Clara Shih. Según la opinión de esta experta, la irrupción de la inteligencia artificial en las empresa y el desplazamiento de trabajadores a causa de la misma se producirá en tres olas.
La primera, que veremos en muy corto plazo, implica la implantación comercial de los vehículos autónomos sin conductor o puestos en la industria manufacturera que no exigen una alta cualificación. De la misma forma, los robots también podrían entrar con fuerza en ciertos puestos de investigación, como por ejemplo en los bufetes de abogados, archivos, gestión de fondos documentales, digitalización de libros, etc.
En una segunda oleada, veríamos como los robots entran en trabajos que literalmente precisan de un «toque humano». Fisioterapeutas, masajistas, consejerjes de hotel, aparcacoches, trabajadores en estaciones de servicio y en general todas las profesiones que exigen un alto grado de repetición de tareas, serían los más amenazados. El clero por ejemplo, podría ser fácilmente sustituido por un programa que se encargase de dar el sermón cada semana.
¿Y en la tercera ola? Probablemente el resto de puestos de trabajo. Sólo los ingenieros, los desarrolladores de software y la industria relacionada con la inteligencia artificial tendrían asegurado su salario mensual. ¿No no aguarda un futuro maravilloso?