Es fácil caer en la tentación de querer comparar Silicon Valley con España o por extensión, con la escena startup europea. Y no faltan medios de comunicación (en MuyPymes también somos culpables) que escrutinen el mapa europeo en busca de lo que podría ser un Silicon Valley comunitario.
Pero Europa es diferente. Y no sólo es que disponga de mucho menos dinero a la hora de invertir en sus startups (que también), sino que todo se desarrolla a otra escala: el sistema universitario, los fondos de inversión, los proyectos que se ponen en marcha, etc.
¿Cómo es entonces esa escena startup europea? ¿Qué particularidades tiene? Es lo que se han preguntado en la revista on-line Venture Beat, donde han detectado hasta diez características que permiten reconocer cómo se emprende en nuestro continente.
Tras el Brexit, París domina el continente
Mucho se ha escrito sobre cuál sería la ciudad favorita para las startups una vez que Reino Unido abandonase la Unión Europea. También en MuyPymes hemos especulado con el temallegando incluso a apostar por Madrid como una de las más serias candidatas.
Sin embargo el anuncio del brexit no ha sido (de momento)la catástrofe que anunciaban los medios. En lo que llevamos de año, Londres sigue encabezando con comodidad (138) el número de operaciones startup. Y tras las voces que situaban a Berlín como la gran favorita a suceder a la capital británica, nos encontramos en realidad con el gran auge de París, con 116 operaciones este año. En el caso español, la ciudad mejor situada es Barcelona, con 28 operaciones.
El milagro sueco
Suecia es uno de los grandes paradigmas para las startups en Europa. En gran medida por supuesto gracias a Spotify, startup que por sí sola ha conseguido que el tamaño de la escena de Estocolmo triplique a la de Berlín. Pero Suecia no sólo es Spotify. Nombres de startups tan conocidas como SoundCloud, Skype, Minecraft, Klarna o King Digital (Candy Crush)
Suecia es además el país natal de desarrollos como MySQL. Kazaa, uTorrent o el siempre polémico Pirate Bay. Nada mal para un país que cuenta con menos de diez millones de habitantes.
Fuera de la capital
Milán, Barcelona, Gante, Lausana, Oporto o Cracovia son ejemplos de grandes hubs de emprendimiento que destacan sobre las capitales de los países a los que pertenecen.
Especialmente significativos son los casos de Barcelona y Milán, que al hablar de operaciones startup no dejan precisamente bien paradas a ciudades como Madrid o Roma.
El fintech domina la escena
El fintech es probablemente el “sector startup” que más está creciendo en el viejo continente y sin duda, el que más dinero ha generado en 2016, con Londres como líder especialmente destacado.
Junto al Fintech, las startups europeas están empezando a trabajar con tecnología blockchain aunque de momento de forma tímida. Únicamente siete scaleups europeas han conseguido validar su modelo de negocio gracias a esta tecnología, creciendo en consecuencia.
Las universidades europeas juegan un papel residual
En Estados Unidos, universidades como el MIT, Stanford o Harvard han sido fundamentales a la hora de desarrollar la escena startup. De sus aulas no sólo han salido emprendedores brillantes, sino que dichas universidades se han implicado activamente en el lanzamiento de todo tipo de spin-offs y empresas que han transformado el mundo.
No es el caso de Europa, donde la mayoría de universidades siguen atrapadas en una burocracia y academicismo que no favorece el emprendimiento. Sólo el 5% de las scaleups europeas han tenido su origen en una universidad (spin-off o spine-outs).
La buena noticia sin embargo es que algunos centros han empezado a jugar un papel interesante en áreas como biomedicina, materiales, nanotecnología o robótica y a medio plazo podríamos ver buenos resultados. Países pequeños como Suiza o Bélgica es donde más se está produciendo está relación simbiótica entre startup y universidad.
¿Aceleradas? No tanto
Únicamente el 7% de las scaleups europeas pasaron previamente por una aceleradora de startups o por un programa de aceleramiento empresarial.
La británica Seedcamp y las americanas Techstars e Y Combinator son las aceleradoras más activas. En el caso español, la más destaca este año ha sido Antai Venture Builder, a la que debemos entre otras cosas, parte del éxito de startups como Glovo, Cornerjob, Deliberry o Wallapop.
El inversor más activo de Europa es el gobierno de Francia
Bpifrance es un programa público de inversión en pequeñas empresas de base tecnológica y alto grado de innovación. Su objetivo es preparar al país para el programa “France 2030” con el que se quiere llevar al país a la vanguardia de la innovación tecnológica en el mundo.
No es el único ejemplo de un programa de inversión pública que funciona. Si tomamos los últimos diez años, el fondo más activo ha sido el High Tech Gründerfonds que se inscribe dentro de la agenda tecnológica del gobierno alemán.
Orientación B2B
Al contrario de Silicon Valley, donde dos tercios de las startups que se ponen en marcha tienen un modelo de negocio B2C, en Europa la mayoría de los proyectos que acaban por triunfar apuestan por un modelo B2B. Si tomamos el segmento de las scaleups por ejemplo, descubrimos que el 65% de las europeas apuestan por este modelo business to business.
No es el caso de España, donde siguiendo los pasos de Silicon Valley, la orientación de sus empresas tecnológicas es predominantemente B2C (57%.
Larga vida a las plataformas
Las startups europeas se han convertido en muchos casos en meros intermediarios, plataformas que siguiendo el modelo de casos de éxito como el de Airbnb o Uber se posicionan como marketplaces en favor de la nueva economía on demand. Hasta el 21% de las scaleups del viejo continente siguen ese modelo.
Se necesitan cuatro años para llegar a una Serie A
2012 ha sido el año de fundación de la mayoría de las startups europeas que en 2016 han superado una Serie A. Las startups fundadas en 2010 han conseguido este año alcanzar una Serie B y 2009 es el año de origen de las empresas que en 2016 han firmado una Serie C.
Las startups que optan por el crowdfunding en cambio han necesitado poco menos de cinco años (2011) para alcanzar hasta un millón de euros en financiación.