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Viernes, 22 Noviembre 2024

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Ageism: la discriminación por edad se instala en Silicon Valley

No es la primera vez que lo decimos. Los mayores de 45 años sufren una auténtica discriminación laboral basada únicamente en su edad. Y España no es ni mucho menos el único país en que se da este fenómeno. En Estados Unidos por ejemplo, este tipo de discriminación ya tiene su propio término: Ageism.

Como cuenta el New York Times, una de las últimas víctimas y tal vez una de las más famosas, ha sido JK Scheinberg. Ex de Apple, Scheinberg fue uno de los máximos responsables de la migración de Mac OS X desde PowerPC a Intel, lo que se considera como uno de los grandes hitos históricos de la compañía.

Sin embargo ahora casi recién cumplidos los 51 años, ha sido rechazado para trabajar en un puesto de atención al público en una de las Genius Bar que la firma dispone en sus tiendas, y cuya función no es otra que la de proporcionar asistencia técnica. ¿El motivo? Demasiado mayor.

La discriminación de los mayores llega a niveles tan preocupantes que según informa la cabecera americana no son precisamente pocos, los casos de ingenieros que antes de acudir a una entrevista de trabajo se inyectan botox para disimular una arruga o se realizan injertos de pelo. En muchos casos quienes recurren a estas operaciones estéticas apenas superan los 30 años.  De forma similar en los portales de empleo se acumulan las ofertas de puestos que aseguran que no contratarán a nadie que tenga más de tres años de experiencia en una posición similar.

La supuesta sabiduría que al parecer atesoran los llamados «nativos digitales», ha conseguido desplazar a varias generaciones en el mercado laboral americano, sin que en realidad haya ninguna prueba de que vayan a ser mejores profesionales. Simplemente valen lo que vale su edad. Porque los mayores de 45 años no sólo son vistos como mayores, sino que son víctimas de todo tipo de estereotipos.

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A menudo percibidos como trabajadores menos motivados, menos dispuestos a formarse en nuevas competencias, más resistentes al cambio. Se les dice que confían menos en el liderazgo de la organización, que son más propensos a sufrir problemas médicos que afecten a su trabajo o que son más vulnerables a los conflictos que se pueden producir en su familia o en su trabajo. Se les acusa de ser menos flexibles a la hora de viajar o hacer horas extra y por supuesto de ser más inflexibles con los salarios.

Estereotipos como todos que se basan en meras suposiciones, en lugares comunes que discriminan a todos aquellos que no quieren ser cool o trendy, que pasan de tener una cuenta en Snapchat, que utilizan palabras y no sólo emoticonos en WhatsApp y que lo único que quieren hacer es trabajar para ganarse la vida.

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