Se acabó la aventura para los chicos de Yaap. El que ha sido uno de los primeros proyectos fintech de nuestro país se despide sin haber cumplido con las expectativas iniciales y sin haber conseguido convencer de su viabilidad a Banco Santander, Telefónica y Caixabank, sus principales socios.
Para poner en marcha Yaap, los tres actores implicados invirtieron nada menos que 27 millones de euros (más otros seis millones en líneas de crédito) que se tradujeron en la presentación en 2014 de Yaap Shopping, una apuesta por el eCommerce, a modo de plataforma tecnológica que tenía como objetivo acercar las herramientas de marketing digital y de comercio electrónico a los pequeños comercios para poder competir con los grandes minoristas.
La idea era que aquellas empresas que se asociasen a Yaap Shopping, pudiesen tener acceso a herramientas que les permitieran conocer mejor a sus clientes y poder ofrecerles descuentos en los productos o servicios.
Un año más tarde y tras la falta de tracción de Yaap Shopping, el proyecto evolucionó hacia Yaap Money, plataforma que en este caso permitía realizar envíos de dinero y pagos entre particulares, de forma muy similar a lo que hacen empresas tan consolidadas como PayPal.
La idea que entonces se barajaba era aprovechar la comunidad de usuarios que podían reunirse en torno a Yaap Money para posicionar productos interesantes que pudiesen ser adquiridos directamente desde la App. Como utilizar la aplicación era completamente gratuito, también se trabajó con la posibilidad de presentar en un futuro cercano una versión premium de la misma, que nunca acabó llegando ante la falta de usuarios.
Y no había usuarios porque por un lado, los sectores a los que se dirigía Yaap, como restauración o centros de estética, encontraron una competencia más atractiva en aplicaciones como Just Eat, La Nevera Roja o Bucmi. En el sector de la moda, donde la aplicación llegó a tener cierta tracción en ciudades como Madrid, tampoco pudo competir frente a la fuerte presencia de los outlets on-line o comunidades bien posicionadas como «La más mona» 0 «Chicismo».
A esto había que sumar el hecho que con el paso del tiempo, sus socios principales empezaron a desarrollar sus propias soluciones de pago mobile, integrando las funcionalidades de Yaap en los wallets de Caixabank, Imaginbank o Santander. Parecía por lo tanto poco sensato mantener un proyecto que no sólo no gana dinero (en 2014 Yaap registró unos ingresos de poco más de 2.000 euros), sino que además no aportaba nada que no ofreciesen ya sus socios.
El fracaso de Yaap ni es el primero ni será el último del movimiento fintech en España. Como en muchas ocasiones, unas expectativas poco realistas y la gran velocidad a la que se mueve este nicho de mercado, han marcado el fin de una aventura que pudo ser y no fue.