Nos guste o no, el dinero en efectivo tiene los días contados. Y no es que de un día para otro todos vamos a salir a la calle, móvil en mano, para pagar todas nuestras compras gracias a modernos terminales NFC, sino que básicamente por inercia, los pagos electrónicos están ganando terreno. Casi sin darnos cuenta, cada vez echamos mano a nuestra tarjeta de débito/crédito para realizar compras pequeñas y si lo pensamos bien, cada vez acudimos menos a nuestro cajero.
Esta realidad la confirma Visa en su último estudio sobre pagos electrónicos. La entidad certifica que los pagos electrónicos experimentaron un avance significativo durante 2015 en España, en especial con tarjetas contactless, con las que el pasado año se efectuaron 136 millones de compras, casi un 7% del total de las transacciones en comercios.
El número de tarjetas sin contacto alcanzó los 13,72 millones, un 57,5% más que en 2014. La adaptación de los comercios a este tipo de pagos también se incrementó de forma significativa, con 710.000 terminales, un 50,7% más que el año anterior.
El promedio anual de transacciones por cada tarjeta en los comercios creció un 5,82%, hasta un total de 44 operaciones, y el valor medio de las mismas bajó un 1,25%, hasta los 45,1 euros, lo que muestra que hubo más transacciones en las pequeñas compras del día a día.
El avance del comercio electrónico también tuvo mucho que ver con el impulso de los pagos electrónicos y el gasto con Visa en el comercio en España creció un 21,5% hasta septiembre de 2015, situándose en 7.100 millones de euros, frente a los 5.800 millones de euros del año anterior.
De cara a 2016, la directora general de Visa Europe en España, Carmen Alonso, ha indicado que la compañía se ha propuesto avanzar en la expansión del contactless en las grandes ciudades, “llevando la tecnología sin contacto a las redes de transporte de las principales urbes españolas“.
En Europa uno de cada 5,70 euros que se gastan se pagan con Visa y el número de transacciones ‘contactless’ superó los 1.700 millones, existiendo países como Reino Unido donde el uso del efectivo empieza a ser inusual.