No es ningún secreto que Steve Jobs, antes de ser el gran CEO de Apple, tuvo una relación «amistosa» con el LSD y otras drogas alucinógenas que invadieron el valle de California en los años 60, asociadas en gran medida al movimiento hippie. Lo que es menos conocido sin embargo, es que precisamente el LSD ha vuelto a Silicon Valley para formar parte de la vida cotidiana de algunos de los directivos, ingenieros y líderes más respetados del mundo. Lo ha hecho sin embargo, de una forma completamente diferente.
Porque tal y como nos cuenta Inc.com, es poco probable que nos veamos en las calles de Palo Alto o Santa Clara, a Mark Zuckerberg o Jeff Bezos «pasados» de ácido, pero probablemente sin darnos cuenta, nos cruzaremos con muchos trabajadores de startups que utilizan estas drogas para aumentar su creatividad, ser más productivos y mejorar su concentración.
Y lo hacen porque seguramente muchos de ellos han coincidido en alguna de las últimas ediciones del «Burning Man», un festival que encuentra entre sus adeptos a emprendedores de la talla de Elon Musk, Larry Page, o Tony Hsieh y que entre otras muchas cosas, apuesta por explorar los «límites de la creatividad» apoyándose para ello en el que el uso controlado y dirigido de drogas psicodélicas.
Festival Burning man
El secreto está en las microdosis
Tras esta revelación que puede escandalizar a muchos y divertir a otro tantos, conviene aclarar que más que utilizar estas drogas o setas alucinógenas con fines recreacionales, los que en Silicon Valley apuestan por incorporarlas a su rutina diaria, lo hacen ingiriendo dosis de 20 microgramos. Una mínima fracción por lo tanto, de los 200 microgramos que son necesarios para que una persona sana experimente los efectos que normalmente se asocian con este tipo de sustancias.
Al ser precisamente microdosis, los posibles efectos de estas sustancias no se materializan de forma inmediata. De hecho los que se han atrevido a confesar su uso (entre los que se encuentra el famoso escritor Tim Ferris) explican que se tarda entre una y dos semanas en percibir el cambio. Un cambio que como explican algunos de los testimonios que recoge la publicación americana, se traduce en una mayor capacidad de concentración, mayor facilidad a la hora de enfrentarse y resolver problemas o generar nuevas ideas.
Albert Hofman, creador del LSD
La gran pregunta por supuesto es obvia. ¿Cuáles son sus efectos secundarios? ¿Es seguro? ¿Puede tener efectos adversos a largo plazo? Es lo que quiere averiguar la FDA (la agencia americana del medicamento) que ha aprobado estudios sobre los posibles beneficios que proporcionan estas drogas y sus posibles consecuencias. Lo que de momento han conseguido determinar, a través de ensayos clínicos, es que parece un remedio eficaz para tratar problemas de ansiedad, depresión y adicción a determinadas sustancias. Y algunos laboratorios están estudiando precisamente el uso de microdosis de LSD como tratamiento eficaz para combatir las migrañas. ¿LSD entonces para todos?
No tan rápido. De momento todos los tratamientos y usos «alternativos» de estas sustancias se encuentran en una fase muy preliminar de estudio, por lo que es pronto para realizar grandes afirmaciones como que el LSD nos ayuda a ser más productivos (y sin peligro). Pero lo cierto es que es un fenómeno que vuelve con fuerza a Silicon Valley, tal vez por una sobrecultura del esfuerzo y la presión constante en la que viven sus trabajadores, tal vez porque efectivamente, hay algo más.
