La tecnología está consiguiendo no sólo automatizar cada vez más casi cualquier tipo de negocio, sino en algunos casos, también deshumanizarlos. Uno de los mejores ejemplos lo encontramos en las páginas de «The Atlantic», donde nos cuentan que la cadena de restauración Eatsa ha convertido sus establecimientos en los primeros del mundo donde los únicos seres humanos que se pueden ver, son los propios clientes.
No estamos hablando en este caso, del típico espacio con máquinas de vending, sino de auténticos y sofisticados restaurantes. Nada más entrar en uno de sus locales, podemos dirigirnos a cualquiera de las tablets que se encuentran sobre las mesas o en las paredes, para hacer nuestro pedido.
Cuando está preparado, la tablet nos indicará que podemos recogerlo, mostrándose de forma completamente anónima sobre el espacio de «entrega de comida». Para pagar utilizaremos o bien una tarjeta de crédito o cualquier otro sistema de pago mobile. Por supuesto, también podremos reservar mesa si así lo deseamos, por Internet.
De momento la automatización desaparece cuando llegamos a la cocina, donde sigue habiendo personas que cocinan y preparan los platos que hemos escogido. Pero aparte de eso, nada más.
Algunos clientes seguramente apreciarán el hecho de gracias a este sistema desaparece por completo la «fricción» de esperar a que nos atienda un camarero, que llegue nuestra comida, esperar una «eternidad» hasta que podamos pagar, etc.
Por otro lado, es evidente que para muchos, el contacto humano dentro de un restaurante es una de las razones por las que merece la pena acudir a estos establecimientos. ¿Seguirán pensando de la misma forma en 10 o en 20 años? O por el contrario, ¿Nos dirigimos a un mundo en el que las actividades profesionales menos cualificadas (como camareros por ejemplo), van a encontrarse en un serio peligro de extinción?